BORO BARBER
VALENCIA.-
Ni la falta de pruebas directamente inculpatorias ni la coartada de su propio hijo mayor, descendiente y hermano de las víctimas, han servido para que el magistrado encargado del caso contra Ismael Pablo Rodríguez, el presunto asesino de Jenny Lara y sus dos hijas, dude ni un ápice de que fue el procesado el que acabó con la vida de su ex compañera sentimental y de sus propias descendientes, de cinco y siete años, a las que abrasó vivas después de prender fuego al domicilio familiar, en la localidad valenciana de Alzira.
Por ello, y atendiendo a todos y cada uno de los años que solicitaba el Ministerio Fiscal, la Sección Primera de la Audiencia de Valencia ha condenado a 64 años de prisión a Ismael Pablo Rodríguez como autor del escabroso parricidio que conmovió a Alzira y a todo el país el 30 de abril de 2004.
Para la sala, el condenado es la única persona a la que se certifica la existencia de un móvil. Entre los hechos probados se encuentra que Ismael Pablo se acercó al telefonillo e increpó a Jenny la misma noche de los hechos, diciendo: «Quién está con mis hijos... te vas a acordar de mí... puta... guarra». Además, tres testigos aseguraron haber visto correr al acusado poco después de que la vivienda fuera pasto de las llamas.
Los informes periciales aseguran que la gasolina se vertió en la vivienda desde el exterior. Entre otros factores clave desencadenantes de la sentencia están la ausencia de la llave del portal de las víctimas en el llavero de su hijo o que el procesado no abriera la puerta a los agentes hasta que, horas después, lavó su ropa.
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