Martes, 9 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6232.
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 MADRID
Precampaña
Sebastián se trabaja a la militancia
A la espera de que la agenda del candidato del PSOE a la Alcaldía de Madrid revele sus propuestas 'estrella', Miguel Sebastián compagina desde hace un mes la preparación del programa con un recorrido por las agrupaciones en busca del apoyo de las bases, cuyo esfuerzo necesitará en la campaña
ISABEL LONGHI-BRACAGLIA

La mujer abre los ojos tras unas gafas y sonríe cuando lo tiene justo enfrente. No duda, le planta dos besos. La ilusión se hace sólida en el momento. «Está mucho mejor que en la tele». El matiz recuerda a reacciones con esos personajes lejanos que lo más cerca que suelen estar del personal es en la pantalla de casa. «Sí, hasta ahora sólo lo había visto en televisión, pero es aquí donde lo quería ver, no en La Moncloa, sino con el pueblo y éste es el pueblo», suelta un hombre que supera los 70 y luce un rostro curtido de infinitos surcos de una vida que no le ha regalado nada.

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Aquí es Vicálvaro, barrio de vecinos peleones con sus reivindicaciones donde los haya, territorio de lucha ciudadana, de bases concienciadas con las necesidades de quienes menos tienen, de rebeldes contra el poder que no les conceda lo que exijan. Todo eso es importante porque quien atrae la atención de los parroquianos es el candidato a alcalde del PSOE en la agrupación que este partido tiene en uno de los distritos que es feudo socialista. Y él, aunque encabeza sus aspiraciones municipales, no lo es, no tiene carné.

Miguel Sebastián no es afiliado, nunca antes ha ocupado un cargo de relevancia en el partido, no arrastra un currículo de lucha política desde la base (salvo el tiempo juvenil en el que fue afiliado del PSP de Tierno Galván), no ha participado tampoco en intrigas entre las familias del Partido Socialista de Madrid... Zapatero le dio la bendición y punto.

Lo suyo hasta ahora ha sido, políticamente hablando, trabajo de despacho, análisis financiero que sí puso al servicio del programa de Gobierno del presidente de la Nación, pero eso no es suficiente para ganarse el respeto, el apoyo y el trabajo de unas bases exigentes que acostumbran a diferenciar entre quienes son de los suyos y quienes no. También relevante, y mucho, si se mira al futuro inminente porque son ellos quienes decidirán si le roban horas a su jornada de trabajo para pegar carteles con su rostro, para movilizar a los votantes, para arroparlo en los mítines...

No, no son los únicos de los que Sebastián espera votos, pero los necesita y el hecho de que no haya ejercido de socialista de aparato propicia que esta precampaña sea para muchos de ellos la primera oportunidad de saludarlo en persona, de conocerlo. Cuando algunos recurrieron a Internet para ponerle cara tras su designación como candidato, cuando algunos socialistas criticaron que era un completo desconocido, el alcaldable ya positivizó: «La curiosidad es un plus y la novedad, también. Y me conocerán todos al final».

Casi una consigna que se revela como tal si se repasa el trabajo de los dos meses transcurridos desde que oficialmente pugna por la Alcaldía de Madrid. «Me conocerán todos», dijo también a la coordinadora de las agrupaciones socialistas del PSM, y desde entonces en el último mes raro es el día que Sebastián no termina su jornada pasadas las diez de la noche tras una visita a alguna de ellas. Carabanchel, Latina, Villa de Vallecas, Usera, Retiro, Entrevías, Hortaleza, Villaverde... En 20 días, 10. La de Vicálvaro, la séptima. Ayer, Ciudad Lineal.

En voz baja, en algunas sedes del PSOE, se escuchan estos días reproches de militantes históricos, de los que influyen en el resto, que protestan porque Sebastián los está dejando al margen. Pero lo cierto es que llegan peticiones de todas las agrupaciones para que los visite ante una coyuntura política que ha hecho emerger la ilusión evidente de la militancia del PSOE por recuperar Madrid. «No, no me importa que no sea militante, lo que me importa es que defienda la ideología del PSOE y eso lo hace», replica uno de los que exhiben el carné con orgullo. «¡Claro que me hace ilusión que venga! ¡Lo que queremos es un cambio ya y éste tiene perfil de ganador!».

En eso anda Sebastián, en trabajarse a la militancia. «Soy un candidato desconocido y movilizarse por un desconocido no es tan fácil», reconoce él mismo. Aunque si el resultado en las urnas dependiera de Vicálvaro (obviamente, no), podría estar tranquilo a la vista del recibimiento que le brinda algo más de un centenar de afiliados. Entre ellos, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, vecino de esta agrupación con sede recién estrenada, atril reluciente y paredes desnudas, sin esos carteles de reconocidos socialistas que miran desde su fotografía. Todo virgen, como si aguardaran a recibir los que llevarán las de su nuevo candidato.

Él llega sin corbata, con atuendo similar al que podría lucir cualquiera de los presentes, pantalón de pana y chaqueta de punto, como uno más. Sonríe. No para de hacerlo. Y besa. Y abraza. Sin parar. Todos se le acercan y le cuentan. Y lo animan. Visto desde fuera, casi se antoja como una terapia colectiva, una sesión preparatoria para el optimismo en un barrio con 64.000 habitantes, de los que uno de cada tres vota al PSOE (el PP sólo roza el 21%, aseguran en la agrupación).

La ceremonia es similar a la de otras visitas. O mejor dicho, es la versión completa de un ritual que acostumbra a limitarse a una reunión con discurso, a un vino de celebración o a ambas cosas, como es el caso. Y en todas, Sebastián realiza un trabajo previo de estudio del distrito, cuando llega sabe ya de sus quejas, de sus preocupaciones y de sus logros.

Aunque ésta no es su primera vez en Vicálvaro. Su segundo acto como candidato tuvo idéntico destino para hablar de las necesidades de la tercera edad, para prometer más asistencia a los ancianos. «Eso hace mucha falta, aquí somos muchos y el Ayuntamiento no nos trata como debería», apunta una mujer, «por eso está bien que venga, así le podemos decir lo que queremos para el barrio».

A Sebastián, además de Cándido Méndez, lo acompaña el vicesecretario del PSM, Antonio Romero, la mano derecha de Rafael Simancas en el partido. Apoyo escenificado de cara a las bases, que todo influye. «Amigo y compañero», lo presenta Romero, después de dejar un pronóstico: «Vicálvaro va a trabajar por ti Miguel, va a ayudarte a ganar Madrid y las urnas se llenarán de rosas. Pero, después, serán los más exigentes contigo».

Llega el turno al candidato y su discurso gratifica a la concurrencia con alusiones críticas al Alberto Ruiz-Gallardón -«Sólo se pone el casco para inaugurar»-, a Esperanza Aguirre -«Dice que no llega a final de mes, pero a lo que no va a llegar es a final del mes de mayo porque ganará Rafa [Simancas]»-, a los parquímetros, a la política para jóvenes, a la Avenida Daroca que ha movilizado a Vicálvaro, a los jubilados, a la movilidad y... al trabajo que queda por hacer. «Vengo a ofreceros mi apoyo. Hemos pasado de la sorpresa inicial a la ilusión, pero no es suficiente, hay que pasar al entusiasmo con propuestas factibles que movilicen a la gente».

«Propuestas», la asignatura pendiente aún del candidato que pide paciencia y colaboración. «Haremos un programa para y con la gente y no de espaldas a la gente como Gallardón. Hacednos llegar todas vuestras ideas», sugiere Sebastián después de varias interrupciones de aplausos. «Estaré orgulloso de ser el tercer alcalde socialista de esta ciudad».

Broche para un brindis porque el año toca a su fin y empieza a circular el cava. Y los guiños. Igual se le acerca una mujer que le confiesa que le recuerda a los tiempos más brillantes de Juan Barranco, que un chico le cuenta que «en junio, cuando ya sea alcalde, puede presentarse al concurso de calvos» que celebran en este distrito cada año.

En la despedida, balance: «Siempre es bueno, siempre aprendo», reflexiona Miguel Sebastián. «A ellos les gusta que venga y a mí me gusta venir. Noto mucha ilusión, están más contentos cuando me voy, cuando ya me han conocido, que cuando llego. Y nadie me ha pedido nunca hasta ahora que me afilie. Saben que los voy a defender porque mis intereses son los mismos que los de la mayoría de los madrileños, lo único que quiero es mejorar la vida de todos».

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