ANA CONDA
Dónde estaba yo para no encontrarme ni una sola vez con Encarna Sánchez? Tampoco es que el barrio de Salamanca sea muy grande, ¿dónde me metería? Ahora mismo tendría un abriguito de piel monísimo como el de Loli Alvarez. Bastaba con frotarte un poquito con ella y ¡hala!, un coche; ¡hala!, un chalete; ¡hala!, un lifting... Era como el genio de la lámpara de Aladino, pero en locutora radiofónica con una revolución hormonal que ya la quisiera un conejo. Eso sí, un conejo con más mala leche que Rebecca de Mornay. Perdonad mi grafismo, pero Encarni estaba todo el santo día más caliente que un pisto... No sé cómo a Antonio Banderas se le ocurrió comprar la casa de la presentadora... Cómo debía estar esa cama... Todo el santo día dándole...
Pero claro, como yo soy asexual y soy ingenua, como la perra Lassie a la que física y mentalmente siempre he sido muy parecida, pues me da grima tanto trajín y tanto reflujo... Otras, en cambio, de mente abierta, claro, no piensan en esas cosas. Yo, si fuera Ana García Obregón, por poner un ejemplo que me viene a la mente, estaría todo el santo día con las toallitas Kangoo en cuanto me morreara mi boy. Pero a ella le da igual. La envidio, la verdad, la envidio. Ella debe pensar: «Está bueno y, encima, como todo polaco que se precie, me trae las bombonas de butano a bajo precio. Qué más me da su pasado...». Pues tienes razón, querida, en tu pensamiento. Todas hemos tenido un pasado.
Yo, mismamente, he llevado peto tejano. Y mummy me quería así. Con peto tejano. También es verdad que mummy adora a Raquel Bollo, lo que indica lo comprensiva que es, incluso, con el acné virulento. Como la madre de Malena Gracia sea así de instintiva y maternal ya la veo despedazando a Marlene Morreau. Me encantaría verlo. Una prótesis de silicona a dos metros y medio de donde se encontró su braga tanga y la melena rala en paradero desconocido.
Es que lo que le ha hecho a Malena no tiene nombre. O sí: montaje. Seguro que hacen un teta a teta en horario infantil. Me encantan los horarios infantiles: puedes ver lo peor de la TV sin tener que esperar a la madrugada. Además, qué hay mejor para educar a un niño que mostrar a la Zaldívar en la cárcel. Yo me pensaría dos veces robar en la tienda de las chuches si veo que mi futuro se viste con un chándal de nailon en el que se te enganchan los padrastros.
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