Bajo el título ampuloso de Nuevo Camino Hacia Delante, Bush comparecerá ante los estadounidenses en hora de máxima audiencia televisiva para desgranar su estrategia, que no tiene en cuenta las recomendaciones más perentorias del Grupo de Estudio de Irak, encabezado por el ex secretario de Estado James Baker.

El primer desmarque se produce en el capítulo de las tropas. Según diversas fuentes, Bush anunciará el envío de más de 20.000 soldados para incorporarse a los 140.000 ya desplegados en Irak y aumentar la capacidad ofensiva del Ejército de EEUU en los barrios más conflictivos de Bagdad y en las zonas donde actúa la insurgencia suní. Así lo confirmó a los periodistas el senador republicano Gordon Smith, tras una reunión, ayer, en la Casa Blanca. Smith informó que el presidente les dijo a él y a otros senadores que el plan de enviar más soldados había sido desarrollado junto con el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki. Éste, según Smith, se ha comprometido a que el Gobierno y el Ejército iraquíes refuercen la seguridad a cambio de un mayor número de soldados de EEUU, informa Reuters.

Además, en otro portazo sonado al informe Baker, Bush explicará por qué se opone a mantener conversaciones directas con Irán y Siria sobre la explosiva situación en Irak.

Despliegue

Respecto al despliegue gradual de tropas, éste no satisface aparentemente ni a los republicanos -el senador John McCain insiste en que 35.000 soldados es el «incremento mínimo necesario» para aplacar la violencia- ni a los demócratas, que prometen hacer valer su nueva mayoría en el Congreso para torpedear cualquier aumento de tropas. «El presidente no escucha a sus generales ni al pueblo americano», dijo Nancy Pelosi, la nueva presidenta de la Cámara de los Representantes.

El portavoz de los republicanos en el Senado, Trent Lott, también hizo públicas sus dudas sobre el aumento de tropas: «Quiero saber cómo se producirá el incremento. ¿Cuáles serán los números? ¿Qué harán? ¿Qué esperamos lograr?».

Como complemento al esfuerzo militar, Bush anunciará una inyección económica de 1.000 millones de dólares (bastante modesta, si se compara con los 300.000 millones de dólares, unos 230.000 millones de euros, que ha costado la guerra) para crear empleos públicos.

Bush condicionará la ayuda militar y económica al cumplimiento de una serie escalonada de requisitos por parte del Gobierno de Maliki. Entre ellos, la convocatoria de elecciones provinciales, que podría servir para dar cuotas de poder a la minoría suní. Otra condición será la promulgación de una Ley del Petróleo que obligue a redistribuir los ingresos procedentes de la venta del crudo a los gobiernos locales y regionales, en función de su población.