RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Megáfono en mano y rodeado de periodistas, Augustin Legrand, actor profesional y líder circunstancial de los sin techo, jaleó ayer delante de los vagabundos que había llegado la hora de levantar el campamento.
Era la reacción al compromiso adquirido por el Gobierno francés. O sea, un plan inmediato de alojamiento que comprende una franja de 27.000 personas y que sirve de solución improvisada para evitar que la fiebre urbana de las tiendas de campaña perjudique la imagen del Ejecutivo.
Los Hijos de Don Quijote, sobrenombre del movimiento callejero, comenzaron a acampar el 16 de diciembre en el Canal San Martin de París. Tres semanas después, el fenómeno se había contagiado en otras 15 ciudades francesas con todos los síntomas de un desafío a Villepin. Y es que el primer ministro francés no gana para disgustos con la calle. Primero surgieron los guerrilleros de las periferias. Después se produjo la revolución estudiantil contra el plan de empleo. Y finalmente comenzó a atragantársele la rebelión de los quijotes, cuya eficaz estrategia mediática tiene como referencia la figura gigantesca de Augustin Legrand.
El líder de la campaña contra los molinos de viento, ascético como un monje y alto como un jugador de baloncesto, adquirió conciencia del problema de los sin techo cuando rodó un documental el pasado otoño. No entendía que las cañerías de Francia alojaran 100.000 personas sin vivienda, de modo que puso en marcha su ONG con las pretensiones idealistas de concienciar a la opinión pública en periodo navideño.
Ha conseguido su objetivo. De hecho, el ministro de Cohesión Social, Jean-Louis Borloo, anunció ayer que el Gobierno se ocuparía de alojar dignamente a 27.100 personas en el transcurso de 2007. Las medidas en marcha también incluyen la prolongación del horario de apertura de los centros sociales así como la cobertura sanitaria de los interesados. El compromiso gubernamental se añade a un proyecto más ambicioso que Dominique de Villepin anticipó el pasado miércoles y que concede a los franceses el derecho de reclamar en los tribunales una vivienda digna.
La ley podría aprobarse antes del 22 de febrero, aunque su aplicación textual se aplazaría hasta el año 2012, un periodo de reflexión y de cautela cuya solución final depende en gran parte de los resultados que arrojen las urnas en los comicios presidenciales (abril-mayo) y legislativos (junio). Mientras tanto, la arraigada cultura plebiscitaria de Francia y el peso de la calle han vuelto a marcar los tiempos de la agenda política. Mérito de los quijotes y mérito de Legrand con el megáfono en mano.
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