Nacieron en el Hospital de Sant Pau el viernes 29 de diciembre y todavía no han salido de la incubadora. Son dos niños gemelos que pesaron al nacer 1,6 kg. cada uno y fueron noticia, sin saberlo, desde su propio alumbramiento.
Por el momento, se trata de los recién nacidos con la madre de mayor edad en el mundo. La noticia ha convertido a los pequeños y a Carmen, la mujer de 67 años que les ha traído al mundo, en el centro de todas las miradas.
Hasta el punto que la dirección del hospital pagó con el dinero de todos (es público) a dos vigilantes de seguridad para que hiciesen guardia en el acceso a la planta de maternidad y en la puerta de la habitación donde descansó su madre durante dos semanas.
La coincidencia hizo que en una habitación contigua fuera ingresada una periodista, y al enterarse, Carmen pidió ser trasladada a otra planta. El Hospital se negó.
La madre de los gemelos es en realidad un vientre de alquiler que los ha traído al mundo. El esperma procede de un donante, el óvulo de otra donante -posiblemente muy joven, sobre los veinte años- y la vida concebida en laboratorio ha sido capaz de florecer en un cuerpo de 67 años.
Carmen no quiere dar razones de por qué se ha gastado más de 30.000 euros en reiteradas implantaciones embrionarias hasta conseguir su objetivo: parir un hijo. Tampoco ha desvelado el motivo que la ha llevado a viajar a Estados Unidos para conseguir lo que aquí ningún centro de reproducción asistida le recomendó, por su propia salud y la de los niños.
¿Qué pensarán ahora los hombres que donan semen? Esta donación, hasta ahora, era un hecho altruista por el que se pagan poco más que los gastos, con el fin de que otra persona estéril pueda concebir vida. Pero tras este caso el regalo de vida se convierte en la realización del deseo obsesivo de una mujer en el umbral de la tercera edad. Con su inversión económica y su esfuerzo, ¿cuántos niños habría podido adoptar para darles, con ello, una oportunidad que nunca tendrán?
Quizás Carmen haya estado movida por el deseo innato de sentir durante casi nueve meses la sensación del embarazo. Es lo que llaman «ser madre», una sensación mitificada por algunas mujeres y que hoy en día ya se puede encapsular.
Y es que hace unos pocos años, un equipo médico israelí creó un nuevo medicamento en pastillas para conseguir el llamado «amor de madre». Las píldoras producían ese efecto en las progenitoras con poco afecto hacia sus hijos.
Nada tiene sentido. Se prostituye la ciencia médica que salva vidas y todo acaba convertido en una feria de muestras donde la mercancía que se expone son futuros hijos hechos a medida.
Pero lo que realmente debe motivar la concepción de niños mediante la selección embrionaria es garantizar que los niños y sus madres disfruten de una calidad de vida también a la carta.
La medicina es capaz de esto y de mucho más. Mientras unos aseguran que Carmen venderá a cualquier revista del corazón y por una elevada suma de dinero las primeras declaraciones como la madre más longeva del mundo, otros aplauden su voluntad y su tesón.
Muchos sentenciarán que si médicamente es posible ser madre pasados los 65 años, ¿por qué no hacerlo? Sin duda es todo un reto, y a los seres humanos nos gusta superar obstáculos, aunque a menudo no nos importen sus consecuencias.