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No se puede razonar con los fanáticos. Hay que ser más fuerte que ellos (Alain) |
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Timothy Hutton, en 'La caja Kovak' de Daniel Monzón |
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QUICO ALSEDO
MADRID.-
El tamaño sí que importa para Daniel Monzón, que siempre quiso hacer «cine grande». Cuando preparaba su primera película, El corazón del guerrero (2001), imaginaba monstruos, saltos imposibles, decorados carísimos, «y los colegas me decían: 'Pero hombre, si es tu primera película, intenta algo más fácil, ¿no? Una comedia o algo así'. Pero es que yo, para apasionarme con un proyecto, tengo que ir a lo grande».
Pues hala: para La caja Kovak, su tercer largometraje, ha contado con el oscarizado (con perdón) Timothy Hutton como protagonista (Gente corriente, Beautiful girls), distribución internacional, seis millones de euros de presupuesto y el director de cásting de El señor de los anillos y El código Da Vinci, John Hubbard. A lo grande, para qué menos. La cinta, un thriller de ciencia ficción con gotas de terror psicológico y Lucía Jiménez (Al salir de clase) dándole réplica a Hutton como protagonista femenina, llega este viernes a las pantallas españolas con una pretensión: «Entretener, pero no desde la estupidez, sino tratando al público como seres inteligentes», señaló ayer Monzón, una apisonadora verbal, en la presentación en Madrid.
Rodada en inglés, La caja Kovak llega a las pantallas con 180 copias y ha sido vendida ya «a todo el mundo, creo que sólo nos quedan dos plazas más», dijo Monzón. La película, que «trata el tema de la manipulación humana», es un juego de muñecas rusas, según el director: «La isla en la que se desarrolla la acción es la primera caja, pero otra es la sala de cine. Esas dos son las cajas de Kovak, que mete a los personajes y el público en un laberinto de manipulación».
Un escritor estadounidense de ciencia ficción (Hutton) llega a una isla mediterránea con su mujer en el arranque del filme. Ella se suicida sin motivo aparente, y lo mismo intenta otra turista (Jiménez). Desconcierto. Sustos. El escritor intenta salir de la isla, pero le roban el pasaporte. Alguien mueve los hilos desde bambalinas. Se trata -ya lo habían adivinado- de Kovak, interpretado por el galés David Kelly, tierno abuelito en Charlie y la fábrica de chocolate, enigmático malvado sexagenario aquí. Monzón dice que el filme partió de «un tumor, una excrecencia» que se le instaló «en el pecho» el mismísimo 11-S. «Me parecía todo tan irreal que me pasé días pensando que era obra de un guionista. De ahí salió el juego de manipulación que es La caja Kovak».
Por supuesto, también deslizó Monzón la película por cierta coartada intelectual: «Hoy todo parece ficción, incluso la realidad. Y, si no, le mientes a la gente y te creen. He querido reflejar eso». ¿Y cómo pescó a Timothy Hutton? «Fue la primera opción, le llamamos pero me dijeron que tardaría meses en contestar. Me telefoneó a los tres días desde París. ¡Estaba entusiasmado! Tuve que coger un avión esa misma noche hacia allá, cenamos en un bistrot junto al Sena y...». A lo grande.
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