ANA Mª NIMO
MADRID.-
«'Acabo de encontrar el color azul que llevaba toda mi vida buscando'. Tres días después de pronunciar estas palabras, el pintor Manuel Prego de Oliver falleció». Su amigo Basilio Losada, catedrático de la Universidad de Barcelona, inauguró anteanoche, de esta manera, la exposición retrospectiva de este artista gallego, a quien su hijo y tocayo define como «uno de los grandes amantes de los principios estéticos gallegos».
Carlos Casares llegó a decir de él que «hacía la guerra con una pistola descargada» y Losada apuntó que «era tan liberal que se enfadaba cuando alguien no lo era». Y es que Prego convirtió el arte en un arma arrojadiza que lanzar contra aquellos que ignoraban la realidad de un pueblo que padecía las consecuencias de un sistema político deshumanizado.
El pintor encontró en el mundo rural gallego su fuente de inspiración, y así lo plasmó en las más de 30 obras que componen la exposición. Piezas como Caminante (1968) o Lavandera de Lonia (1982) transportan a quien las observa a esa España recóndita donde las mujeres cargaban sobre sus hombros toda la soledad y todo el dolor de quienes han padecido de cerca los horrores de la represión.
Losada explicó que los artistas gallegos «pertenecen a la tierra» y que, por esta razón, la temática de sus obras nunca se alejaba demasido de la misma y que, por tanto, sí que lo hacían de las tendencias vanguardistas. Por este motivo, la belleza tranquila de las tierras de Galicia inundó los lienzos de Prego. Esto se refleja en óleos como Barcas abandonadas (1967) o Paisaje (1985-86), en los que el azul del cielo sirve de contrapunto a los áridos terrenos arenosos que lo preceden.
Entre los numerosos óleos que componen la muestra, también se pueden encontrar pequeñas rarezas ,como el retrato de Vicente Risco (1980), dibujado con tinta, o Niño con perro (1974), en el que el artista mezcló el dibujo con las acuarelas.
|