ELENA ISARDO
Todos los pilotos que participan en el Dakar son conscientes del peligro que corren sus vidas en un rally en el que el riesgo y la aventura son una de sus mayores atracciones, como un potente imán que engancha y del que no hay forma de separarse. Toda precaución es poca cuando se trata de encarar la prueba más dura del mundo y este año la mayoría de los participantes ha optado por la utilización del Hans, un sistema que protege el cuello y que evita que con el efecto latigazo se produzca una fractura cervical.
Se desconoce si Elmer Symons lo portaba -la organización no obliga a ello-, pero el Dakar se cobró ayer una nueva vida, justo cuando se cumplía un año exacto de la muerte de Andy Caldecott.
El piloto sudafricano, que participaba por primera vez aunque en otras dos ocasiones ya había tomado parte en un coche de asistencia, circulaba fuera de la pista señalada por el road book (libro de ruta) cuando su moto chocó contra el borde de un río seco para fallecer en el acto. Había recorrido 142 kilómetros desde que tomó la salida en Er Rachidia para dejarse la vida en una carrera en la que había puesto toda su ilusión. «Me gustaría poder llegar con mi moto hasta la meta de cada una de las etapas sin ningún incidente. Eso sería un premio en mi primer año», afirmaba hace dos meses, cuando anunció su participación en un Dakar en el que su hermano Kingsley ejercía como su asistencia.
Cuando alrededor de las nueve de la mañana saltó el sistema de alerta automática de la moto número 107 -se lanza cuando hay un descenso brutal de la velocidad-, la organización se puso en marcha hacia el punto señalado y en sólo ocho minutos un helicóptero ya se encontraba en la zona. Dos minutos después hacia acto de presencia un helicóptero médico que sólo pudo constatar la muerte del piloto.
«Según marcaba su moto, no rodaba muy rápido. Se encontraba a la izquierda de la pista marcada por el libro de ruta, seguramente porque encontró ahí una zona más fácil. Pero eso es peligroso, porque el libro de ruta no marca los peligros que pueden encontrar ahí», afirmó Etienne Lavigne, director del rally, que recalcó que todos los pilotos son conscientes del riesgo que corren: «Siempre habrá una posibilidad de accidente en este tipo de competiciones. Puedes darles todo a los pilotos, pero te puedes matar en una caída a 30 kilómetros por hora. Es imposible eliminar el riesgo, pero tampoco en otros deportes. Cada año mueren 40 montañeros en el Mont Blanc. También hay riesgo en la Fórmula 1».
La muerte de Symons, empresario especializado en la exportación de recambios mecánicos, eleva a 50 el número de personas fallecidas en una prueba ideada hace 29 años por Thierry Sabine y en la que su propio creador se dejo la vida.
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