Por segunda vez consecutiva, un cocinero madrileño representará a España en el prestigioso certamen Bocuse d'Or, que este año cumple dos décadas. Si hacemos memoria, hace dos años todas las expectativas de conseguir el primer puesto del Bocuse d'Or se recaían en Mario Sandoval (restaurante Coque de Humanes).
Fue en 1987 cuando el antaño revolucionario y visionario de la 'nouvelle cuisine', Paul Bocuse, creó este encuentro de cocineros con el fin de poner un granito de arena en la evolución de la cocina creativa con raíces tradicionales. Desde entonces y cada dos años, se juntan los jóvenes cocineros para exponer sus ideas más vanguardistas y sus conocimientos. El objetivo es ser el número 1 del mundo.
España nunca ha conseguido colocarse entre los tres primeros. La estatuilla dorada siempre ha ido a parar a Francia y a Noruega, excepto en el año 97, que el premio fue para un cocinero sueco.
Asistir al Bocuse d'Or es un espectáculo. La cita es en la sala Shira (el Salón de Hostelería y Alimentación de Lyón). Durante los dos días de concurso, las gradas se llenan de 'fans' que pintan sus rostros con los colores de la bandera de su país de procedencia y vociferan sin descanso cancioncillas de rima fácil cuya asonancia o consonancia se consigue a partir del apellido o nombre del cocinero concursante...
El último día se premia al mejor cocinero, al mejor ayudante y al mejor cartel. Es decir, cada país presenta un cartel que intenta reflejar el lugar de procedencia, la materia prima que identifica cada tierra y el candidato al Bocuse d'Or.
Este año, España presentará en Lyón un cartel donde se le da mayor importancia a una de las materias primas más importantes del país: el aceite.
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