DETROIT. - Sin nieve, con el cielo despejado y temperaturas superiores a cero grados, Detroit, la cuna de la industria del automóvil, presenta este año un aspecto completamente distinto al habitual a comienzos de enero. Para los asistentes al Salon Internacional del Automóvil que se celebra en esta ciudad de Michigan es una señal más de los tiempos de cambio que vive el sector en Estados Unidos, el mayor mercado mundial con 16,5 millones de unidades vendidas en 2006.
Mientras que en su centenario la propia organización del salón espera generar como mucho los cerca de 550 millones de dólares (unos 430 millones de euros) que obtuvo el año pasado, las graves dificultades que atraviesan los anfitriones del motor show -General Motors (GM), Ford y Chrysler- han creado un perceptible ambiente de preocupación.
Los Tres Grandes -apelativo que el ascenso de Toyota ha obligado a cambiar por el de los Tres de Detroit- se ven abocados a la prudencia, ante la perspectiva de que sus dificultades para conservar las cuotas de mercado continuarán en 2007, con una demanda prácticamente similar a la del año pasado.
Premios para GM
De poco ha servido que GM haya acaparado los premios Coche del Año -otorgado al Saturn Aura, versión estadounidense del Opel Vectra- y Camión del Año, concedido al Chevrolet Silverado.
Ahora, la mayor preocupación de los fabricantes estadounidenses es mantenerse a flote, después de haber mejorado la eficiencia de sus fábricas y una vez saneadas sus redes de distribución, cediendo, además, el menor terreno posible a sus rivales asiáticos.
En este ambiente de crisis, una de las notas más llamativas de la puesta en escena general ha sido la súbita desaparición de los grandes 4x4 de recreo (SUV) y todocaminos, que dominaron el salón en los últimos años. La carrera por desarrollar tecnologías alternativas a la gasolina y construir vehículos energéticamente eficientes se ha cobrado su primera víctima: los gas guzzlers o devora-gasolina, que aunque presentes, estaban fuera de plano.
Chrysler ha puesto el acento sobre los monovolúmenes grandes, mientras que GM y Ford han preferido orientar sus esfuerzos hacia el desarrollo de prototipos eléctricos -como el Ford Interceptor-, hacia el segmento denominado crossover -un cajón de sastre aún por definir en el que cabe desde el próximo XC60 de Volvo al Opel Antara ya presentado en 2005- o, fundamentalmente, las berlinas y coupés en distintas versiones, como el nuevo Cadillac CTS.
No es que a Land Rover o Jeep se los haya tragado la tierra; tampoco que el nuevo Porsche Cayenne haya pasado desapercibido. Pero lo cierto es que las marcas que se habían lanzado a este mercado tan rentable han ralentizado prudentemente su ritmo de marcha.
Desde el lujo de Rolls Royce con su nuevo descapotable Phantom Drophead o la elegancia del Maserati Quatroporte Automático al Honda Accord coupe, pasando por prototipos como el Mercedes-Benz Ocean Drive, los modelos clásicos rediseñados para los nuevos tiempos se ponen a la vanguardia.
Para completar este cuadro de desasosiego, el propio Salón de Detroit ha decidido cambiar de fecha de celebración. En lugar de abrirse el primer fin de semana del año, la muestra arrancará a final de primavera a partir de 2008.
Son dos las razones para este cambio. En primer lugar la creciente competencia del Salón de Los Angeles, que este año ha vaciado los estantes de las marcas, que han acudido a Detroit con muy pocas novedades. Por otro, aprovechar el hueco que queda entre la muestra de Ginebra, que se celebra a finales de febrero o principios de marzo, y las bienales de Fráncfort y París, que llegan en otoño.