MOGADISCIO.-
Después de la derrota de las Cortes Islámicas a manos de las Fuerzas Armadas del Gobierno provisional en colaboración con el Ejército etíope, la violencia no ha cesado en Somalia.
El 1 de enero, el Ejecutivo interino pide el despliegue de una fuerza internacional de paz bajo el mando de la Unión Africana. Cinco días después, la ONU da su visto bueno a la operación. Al día siguiente, el Gobierno asegura haber recuperado el control de todas las zonas islamistas. Sin embargo, la mayoría de los milicianos no acepta la amnistía propuesta y muchos intentan escapar a Kenia o a través del Océano, razón por la que Nairobi cierra su frontera con Somalia y Estados Unidos despliega sus fuerzas navales ante las costas del país.
El 4 de enero, 12.000 soldados etíopes alcanzan el territorio somalí, mientras más de 3.000 combatientes islamistas siguen en Mogadiscio, según informa el viceprimer ministro Mohamed Husein Aidid. Washington anuncia ayuda por más de 12 millones de euros.
Un día después, el número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, insta a los islamistas a la guerra santa contra las fuerzas etíopes. Las manifestaciones en Mogadiscio contra Addis Abeba se saldan con la muerte de un adolescente provocada por la intervención del Ejército somalí.
El día 7 de este mes, Estados Unidos hace un llamamiento al diálogo entre el Gobierno provisional y los islamistas moderados, incluidos los jefes de las Cortes. Abdulah Yusuf Ahmed entra en Mogadiscio como presidente somalí por primera vez desde 1978, informa France Presse. Ayer, el Ejército estadounidense llevó a cabo unos ataques aéreos contra islamistas sospechosos de estar vinculados con Al Qaeda.
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