C. F.. Corresponsal
NUEVA YORK.-
El veterano Ted Kennedy encabezó ayer la revuelta de los demócratas estadounidenses y amenazó con bloquear el presupuesto necesario para enviar 20.000 soldados de refuerzo a Irak, a menos que el presidente George W. Bush pida la autorización expresa al Congreso.
Adelantándose a la «nueva estrategia» para Irak que hoy desvelará el presidente en un discurso televisado, Kennedy convocó a cámaras y micrófonos en el Club Nacional de la Prensa de Washington para presentar las líneas maestras de la proposición de ley con la que pretende bloquear el envío de nuevas tropas a Irak.
«El Congreso tiene el poder del monedero», advirtió el senador demócrata. «Todo lo que estamos diciendo es que, antes de enviar tropas adicionales a la guerra civil, el presidente venga al Capitolio y obtenga la autoridad para ordenar ese despliegue».
«El pueblo americano debería tener voz y voto, y a los miembros del Congreso se les debe exigir cuentas», añadió Kennedy. «Por eso debemos dar este paso y evitar un aumento de efectivos. La mejor manera de apoyar nuestras tropas es negándonos a inyectar más soldados en la caldera de una guerra civil que debe ser resuelta por el pueblo y el Gobierno de Irak».
La iniciativa de Kennedy dio ayer mordiente a la batería de iniciativas de las 100 primeras horas con la que los demócratas aspiran a hacer valer su reciente mayoría. La cuestión de Irak amenaza ahora con abrir el primer frente bélico entre la Casa Blanca y el Capitolio.
La maniobra de Bush
Entre tanto, Bush despachó a puerta cerrada con una treintena de republicanos para buscar la manera de salvar el trámite en el Senado y en la Cámara de Representantes. La mayoría demócrata lo ha interpretado como un gesto hostil y ha acusado al presidente de romper la voluntad de compromiso abierta con el Grupo de Estudio de Irak, cuyas recomendaciones parecen haber caído en saco roto.
Los planes para incrementar el número de tropas a cambio de una serie de exigencias al Gobierno iraquí han sido recibidos sin entusiasmo en las filas republicanas. La senadora Olympia Snowe expresó así sus dudas: «Hemos exigido antes compromisos similares y no han dado resultado. ¿Por qué tenemos que aumentar ahora nuestra posición de riesgo?».
Los senadores republicanos Gordon Smith y Susan Collins han dejado caer también su escepticismo, aunque puestos en la tesitura de «disparar contra el presupuesto de guerra» se pondrán previsiblemente del lado del comandante en jefe.
Según los analistas políticos, el paso al frente de Ted Kennedy podría tener al final un efecto boomerang sobre los propios demócratas, que no acaban de estar unidos.
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