«El progreso de las fuerzas iraquíes es claro. El año pasado el área de la calle Haifa estaba llena de terroristas. Entonces las fuerzas iraquíes asumieron la responsabilidad del barrio y los ataques han disminuido», aseguró entonces el mandatario en aquel discurso que pretendía glosar los logros del «nuevo Irak».

La dialéctica del presidente poco tenía que ver con la realidad de detonaciones, ráfagas persistentes de ametralladoras y sobrevuelo de aeronaves que se vivió durante la jornada en la citada calle Haifa, un enclave que dista poco más de un kilómetro de la Zona Verde, el complejo donde viven atrincherado el Gobierno iraquí y los mandos norteamericanos.

Un portavoz del Ministerio de Defensa iraquí, Mohamed al Askari, aseguró que en los combates habían sido abatidos una cincuentena de insurgentes y otros 21 habían sido arrestados, entre los que figuraban varios árabes.

La violenta jornada -sólo en la capital se recolectaron hasta 46 cadáveres con signos de haber sido ejecutados- no se circunscribió sólo a Bagdad sino que se extendió por todo el país.

Durante 2004 la calle Haifa, donde se entremezclan los bloques de apartamentos con áreas de intrincadas travesías, se mantuvo bajo el control absoluto de la guerrilla suní afecta a la nebulosa Al Qaeda, que llegaba a patrullar durante el día exhibiendo ametralladoras y cohetes antitanque. La zona pareció recuperar la tranquilidad tras una arremetida del Ejército iraquí en la primavera del año siguiente.

«Pero el Ejército abandonó muchas de sus posiciones y hemos vuelto a ver las mismas escenas de 2004. Desde hace un mes se les ve caminando por la calle con sus armas. No son gente del barrio y hay árabes entre ellos. Hemos regresado al terror», explicaba A. J., un residente chií del suburbio que sólo quiso ser identificado con sus iniciales.

Las operaciones militares en Haifa comenzaron el sábado, pero alcanzaron su clímax durante la última jornada. La confrontación comenzó al alba y continuaba de manera esporádica a las 22.00 horas. Una hora antes dos cohetes impactaron en la Zona Verde, en medio de un gigantesco estruendo.

La refriega alcanzó tal intensidad al mediodía que requirió la intervención de sendos helicópteros Apache, que lanzaron varios misiles contra las inmediaciones del cementerio de Sheij Maruf, que ya había sido usado como base por los insurgentes en el pasado. Desde las cercanías, se pudo apreciar como los impactos levantaban una enorme columna de humo. Al ataque se sumó también un F-16.

Los soldados norteamericanos disparaban desde los tejados de los bloques de apartamentos que jalonan la avenida que da nombre al área, que ocuparon con vehículos blindados. «El Gobierno está decidido a limpiar ese barrio. Será una operación rápida. Un gran número de árabes están implicados en esa actividad terrorista. Hay grupos que han otorgado refugios seguros a esos terroristas. Todo el mundo sabe que los antiguos baazistas [referencia al partido Baaz de Sadam Husein] les están otorgando apoyo logístico para desestabilizar Irak», aclaró Ali Al Dabbagh, un portavoz del primer ministro, Nuri Al Maliki.

Según A.J., los extremistas han reclutado nuevos elementos entre los chavales del área. «Ves andando por ahí a niños de sólo 15 años», dijo. «Hace varias semanas comenzaron a matar a cuantos chiíes encontraban por la calle», añadió.

De hecho, el detonante de esta ofensiva fueron las ejecuciones que se registraron el sábado a plena luz del día. La policía dijo que ese día había encontrado 27 cadáveres en el arrabal no lejos del camposanto de Sheij Maruf.

La presente acometida podría ser el preludio del enésimo plan de seguridad para la capital anunciado por Maliki, que ha generado una enorme controversia entre los columnistas de la prensa local, que aparecían tan divididos sobre el asunto como el propio país.

«Mientras todo el mundo use el mismo uniforme y las mismas armas, ¿cómo puede un ciudadano distinguir a los bandoleros de los policías?», inquiría Akram al Mashhadani en el editorial del diario Bagdad, portavoz del partido del ex primer ministro Iyad Alawi.

Sin embargo, el matutino independiente Al Dustur se felicitaba porque aducía que en el diseño del plan «no ha permitido participar a los partidos políticos», evitando así que la ofensiva adquiera un sesgo sectario.