Miércoles, 10 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6233.
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La crisis petrolera desatada entre Rusia y Bielorrusia pone en guardia a la UE
Bruselas dice que la interrupción del suministro amenaza con «destruir la confianza» en Moscú
DANIEL UTRILLA. Corresponsal

MOSCU.- Un año después de la guerra ruso-ucraniana por el precio del gas que degeneró en interrupciones del suministro, el corazón de Europa vuelve a padecer falta de riego, esta vez de crudo suministrado por Rusia a través de los oleoductos bielorrusos. Moscú se niega a asumir el nuevo arancel por tránsito de crudo (45 dólares por tonelada) impuesto por Minsk, que optó el pasado lunes por piratear el crudo de Moscú que transitaba por su territorio camino de Europa.

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El minisitro ruso de Energía, Viktor Jristenko, confirmó ayer que Rusia ha cortado todo suministro por el oleoducto Druzhba (amistad en ruso). Este oleoducto fue construido en los años 60, cuando Bielorrusia era parte integrante de la URSS, para hacer llegar el crudo soviético a los países satélites de Europa del Este. Un tercio de los 250 millones de toneladas de crudo que Rusia exportó en 2005 pasaron por el Druzhba.

La interrupción momentánea del bombeo de petróleo se ha dejado sentir en Alemania, Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia y Lituania, y vuelve a poner en entredicho el papel de Rusia como suministrador energético fiable, posición reivindicada por Moscú en la última cumbre del G-8 celebrada el pasado mes julio en San Petersburgo. La canciller alemana, Angela Merkel, se quejó ayer del carácter expeditivo e inesperado de una crisis que -dijo- amenaza con «destruir la confianza» depositada por Europa en Rusia.

Mientras, el presidente ruso, Vladimir Putin, culpaba ayer de la situación creada a Bielorrusia, airada tras asumir a regañadientes la subida de la factura del gas ruso para 2007 de 46 a 100 dólares por 1.000 metros cúbicos.

Moscú recibió ayer una delegación bielorrusa encabezada por el viceprimer ministro Andrei Koviakov. A la espera de resultados, el líder del Kremlin rindió cuentas a sus ministros ante las cámaras de la televisión. Tras escuchar al ministro de Desarrollo Económico, Guerman Gref, el presidente ruso ordenó «continuar las negociaciones con los socios bielorrusos, asegurar los intereses de las empresas rusas que chocarán con pérdidas y discutir con las extractoras rusas la posibilidad de disminuir la producción de petróleo». Todo ello con el fin -indicó- de «garantizar los intereses de los consumidores occidentales».

Indignada por esta nueva crisis energética causada por el tira y afloja de Moscú con sus vecinas ex soviéticas, la Unión Europea (cuya Presidencia acaba de asumir Alemania) baraja la necesidad de dotarse de una política energética común. «Tenemos que hablar con una sola voz», dijo ayer en Berlín el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que tachó de «inaceptable» la crisis que enfrenta a Moscú y Minsk en una rueda de prensa conjunta con Merkel. La canciller alemana se mostró especialmente contrariada por el hecho de que la parte rusa «no nos haya consultado», aunque hizo una llamada a la confianza mutua y recordó que Moscú ha garantizado los aprovisionamientos de crudo «incluso durante la Guerra Fría». Un 12,5% del petróleo consumido por la UE circula por el oleoducto Druzhba.

El ministro Gref dijo que la imposición del arancel bielorruso «contraviene la legislación internacional» y «viola los acuerdos bilaterales ruso-bielorrusos», lo que crea una situación legal «sin precedentes», ya que los aranceles, esgrime Rusia, se aplican sobre aquellos bienes que son producidos o consumidos en el territorio que lo aplica. Moscú ha decidido dejar de hacer la vista gorda ante la consabida práctica bielorrusa de refinar y revender de crudo ruso a precios de mercado. Fue por ello que el pasado diciembre Rusia impuso aranceles a la exportación de crudo a Bielorrusia a razón de 180 dólares por tonelada, medida que fue el detonante de la actual crisis.

Tras escuchar con gesto ceñudo a sus ministros, Putin encargó al Gobierno elaborar un paquete de medidas orientadas a la «defensa de la economía nacional». En el marco de este plan, Moscú considera la posibilidad de crear rutas alternativas al oleoducto Druzhba. Según el ministro Jristenko, Rusia acelera las obras de construcción del oleoducto hasta China y prevé expandir la capacidad exportadora del puerto de Primorsk, en el Mar Báltico.

La Comisión Europea opta de momento por mantenerse al margen de una crisis que considera un asunto bilateral entre Moscú y Minsk, cuyas relaciones pasan por el peor momento desde que en 1999 firmaron un tratado que ponía las bases para la creación de una unión de tipo confederal entre ambas repúblicas y la creación de una moneda común.

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