Miércoles, 10 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6233.
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EL ZOO DEL SIGLO XXI / KATE MIDDLETON
La nueva reina de corazones
La novia del príncipe Guillermo de Inglaterra, acosada por los fotógrafos, ha sido convertida por el pueblo y los medios en la sucesora de la difunta Lady Di
FERNANDO MAS. Corresponsal

LONDRES.- Kate Middleton es una chica de clase media-alta, refinada, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de St. Andrews y con andares de reina. De reina de corazones. Ayer cumplió 25 años. Felicidades. Lo celebró con su novio. Que lo tiene. Y eso es -méritos propios al margen, por supuesto- lo que la hace especial. Muy especial.

Esta chica entabló hace cuatro años una relación estrecha ni más ni menos que con el Príncipe Guillermo, hijo del Príncipe de Gales y de la malograda Diana. Es decir, que Middleton es la novia del futuro Rey de Inglaterra y, según los rumores que circulan por las calles y los periódicos más chismosos de Londres, su futura esposa.

Kate nació el 9 de enero de 1982 en el Royal Berkshire Hospital de Reading. Es hija de Michael Middleton y Carole Goldsmith. Él, oficial de vuelo; ella, azafata. Con un dineral en el banco, por más señas. La chica, morena, delgada y de sonrisa apabullante, tiene una hermana, Philippa -a la que en casa llaman Pippa-, y un hermano, James.

Cuentan que es reservada, poco amiga de las fiestas y que está loca por el príncipe. Y que tenía un sueño desde adolescente: «Solía decir que se quería casar, tener muchos hijos, vivir en una casa de campo perdida, tener muchos caballos e ir a esquiar», cuenta Jessica Kay, una de esas amigas del colegio que ahora se pasa la vida soltando confidencias de Middleton a cualquier periodista que se cruza con ella.

El 15 de diciembre pasado, cuando Guillermo se graduó como oficial en la prestigiosa academia de Sandhurst, la joven Kate, unos meses mayor que el príncipe, comentó, según las malas lenguas, algo así: «Estás muy sexy con el uniforme».

Desde que en las navidades de 2003 se diera casi por formalizada en los medios -que son los que marcan la pauta en estos casos- la relación real, Kate Middleton ha sido objetivo de los fotógrafos. Entonces se publicaron imágenes de la fachada de su vivienda en Chelsea y la Casa Real hubo de ponerle protección.

Nada comparado a la fiebre por conseguir imágenes de la chica desde el pasado mes de noviembre, cuando empezaron a hacerse cada vez más fuertes los rumores de que el anuncio de una boda real era inminente. Ni que decir tiene que su presencia en Sandhurst, donde la mismísima reina Isabel II pasó revista a las tropas y echó una sonrisa a su nieto Guillermo, fue la confirmación oficiosa de lo que parece inevitable: una boda real.

Tal es la certeza de que el curso de la Historia será ese, que los grandes almacenes Woolworths -una suerte de tienda china de la esquina, pero a lo bestia- ya han puesto a la venta jarras, platos, cuencos y otros elementos con la foto de la pareja y la leyenda «Wills y Kate». Sólo habrá que añadir con tinta indeleble la fecha del enlace.

Esta historia de amor cuenta con el morbo añadido, claro, de que a Kate Middleton la comparan con Diana de Gales, madre de su novio, fallecida en un simple accidente de tráfico -según la investigación oficial sobre su muerte- en París, el 31 de agosto de 1997. Hace casi 10 años. Ella ha insistido en la intimidad: «No soy la princesa Diana». Pero no le hacen caso.

Kate está mejor preparada que Diana. Eso sí, sus antepasados no son de sangre azul. Es lo que le echan en cara los más puristas, y algún medio sensacionalista se ha encargado de rastrear en el árbol genealógico de los Middleton para concluir que sus raíces se encuentran en las minas de carbón que salpican la isla.

Conoció al príncipe cuando ambos estaban en la Universidad. Y surgió el amor. Eso es lo que diferencia la historia de Carlos y Diana de la de Guillermo y Kate. Aquel fue un matrimonio absurdo, de conveniencia, al que la pobre Diana llegó asustada y al que Carlos fue obligado. Su verdadero amor, Camilla Parker-Bowles, se convertiría en su esposa años después. Tras la muerte de la princesa de Gales.

Guillermo y Kate han fraguado su propia relación sin intermediarios y han recibido, sobre todo, el visto bueno de Isabel II. Dicen que la Reina está encantada con la novia de su nieto favorito, que su fama de «cordero con traje de cordero», según la definió The Observer, le fascina, que su poco interés por las juergas y la noche la tranquilizan...

La joven Middleton se ha visto acosada por los fotógrafos hasta el hartazgo en las últimas semanas. Sus abogados y los de la Familia Real están pensando actuar contra los medios de comunicación por violación permanente de la intimidad. El todopoderoso Rupert Murdoch ha dado orden de que sus medios -incluyendo a los superventas The Sun y News of the World- no publiquen ni una sola imagen robada de la chica ni la acosen.

Todas esas fotos oficiales que se han captado por ella cobran vida al lado de las de Diana. Si lleva un vestido de chaqueta blanco y negro, se pone al lado a la difunta madre de Guillermo vestida de forma similar. «Vean, comparen, decidan», parecen decir los periódicos. Que lleva un traje de fiesta, largo y ligeramente escotado, se elige una foto similar de Diana. Que se vistió de rojo y con sombrero para asistir a la graduación militar de su chico, se busca en el archivo y se rescata una imagen de la madre con atuendo similar.

Kate, a su pesar, se convertirá en la nueva reina de corazones. Es lo que quiere el pueblo. Resucitar a su princesa favorita. Aquélla era rubia. Kate es morena. Y no parece tan retraída. Y tiene, sobre todo, el visto bueno de la Reina.


LO DICHO Y HECHO

«Yo no soy la princesa Diana de Gales»

1982: Nace en la localidad de Reading, en la provincia británica de Berkshire. 2001: Inicia sus estudios de Historia del Arte en la Universidad de Saint Andrews. 2001: Conoce al príncipe Guillermo. 2003: Durante las Navidades, empieza formalmente su relación con el heredero al trono. 2005: Se gradúa. 2006: Asiste junto a su madre a la graduación de Guillermo como oficial en Sandhurst. 2007: Sus abogados y los de la Familia Real se plantean actuar contra los medios de comunicación por violación permanente de su intimidad. El todopoderoso magnate Rupert Murdoch da orden de que sus medios del grupo News International no publiquen imágenes robadas de ella, ni la acosen.

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