Seis décadas y media después de la muerte de Julio González (1876-1942), su arte sigue siendo una fuente de sorpresas. El catálogo razonado que está preparando Tomás Llorens para el IVAM, sacará a la luz piezas inéditas, dibujos y pinturas, de un artista que está considerado como una figura clave de la vanguardia de principios del siglo XX. Y no unas pocas. Centenares. Principalmente, dibujos.
Los cinco tomos de los que constará el catálogo razonado pretenden cubrir lagunas. Concebidos de manera cronológica, el primero abarcará hasta 1918 y se presentará en febrero, coincidiendo con la mayoría de edad del instituto valenciano, que celebra sus 18 años de vida.
En él se incluirán alrededor de 5.000 obras. Para poder afrontar esta ingente labor, el IVAM ha suscrito un convenio de colaboración con la Fundación Azcona. La puesta de largo coincidirá con la presentación, el 18 de febrero, de una nueva selección de la colección permanente de Julio González del instituto.
Con todo, la incidencia que tendrá el catálogo razonado sobre el arte de González será tal que marcará un punto de inflexión, al dar luz sobre aspectos aún por clarificar, zonas oscuras. Como los cuadernos de trabajo, por ejemplo, que, por sus características, estaban en posesión de los herederos y habían sido los olvidados tradicionales a la hora de afrontar el estudio de su obra.
Son 30 cuadernos, con un número de dibujos variable en cada uno de ellos, más de 200 dibujos en total, que van desde apuntes del natural a bocetos de obras y guías de trabajo.
Hay también dibujos, en propiedad de fundaciones y colecciones privadas, piezas que se habían escapado del control de los historiadores. «Para esto se hacen los catálogos razonados», comentaba Llorens, «para acotar su legado».
También tendrá una gran relevancia la mirada sobre la pintura del artista catalán que da nombre a la sede principal del IVAM. En el mejor de los casos, algunos de los óleos de Julio González, los de más calidad, han sido «poco difundidos», según explicaba ayer Llorens. Otros, ni siquiera se han visto. Serán estos dibujos y pinturas los argumentos más recurrentes del primer tomo del catálogo razonado. De entre ellos destaca Llorens las maternidades, que son, bajo su punto de vista, «las obras de más calidad». Y entre ellas cita una Maternidad que pertenece a la Fundación Godia. Igualmente realza el valor de los dibujos, porque es «donde se expresa mejor». A su juicio, es «muy notable» el conjunto de dibujos al pastel.
«Aprendió mirando la pintura de fin de siglo en París, entre otros a Degas. Son quizás las pinturas a pastel las que tienen más calidad de este primer periodo». Con todo, reconoce que lo mejor, como afirma la canción, está por venir. «Julio González es un artista bastante coherente, pero los años 30 son la etapa realmente importante porque es cuando introduce las grandes innovaciones en la escultura de hierro».
Precisamente, en escultura se esperan pocas sorpresas. De hecho, como indica Llorens, no cree que quede ninguna obra por descubrir. Algo que achaca a la lógica de la Historia. «Su primera gran exposición antológica fue en 1952, y a partir de ese momento su obra fue muy buscada por los museos y codiciada por los coleccionistas».
Este interés se ha traducido en la aparición de obras falsas. «Hace un año salió una obra falsa que ofrecieron a Christie's para una subasta, pero se retiró y no se llegó a plantear ni siquiera su venta», revelaba. «Los precios de Julio González son muy elevados y resultan muy tentadores», concluía.