«Los chiíes se encontraban en un autobús. Les atacaron hombres armados y enmascarados a bordo de tres coches que primero detuvieron el vehículo y después dispararon sobre los viajeros», explicó el funcionario de la provincia sureña de mayoría chií.

El ataque se registró poco después del mediodía a 130 kilómetros al oeste de Kerbala. Jazali afirmó que la mayoría de los heridos se encontraban en un estado muy grave. El mismo funcionario informó en la televisión estatal sobre un segundo ataque en el que, dijo, varias víctimas fueron quemadas vivas, aunque no especificó ni el número ni el lugar donde se produjo.

El suceso confirma el desbocado clima de tensión sectaria que sufre el país desde hace semanas, azuzado en los últimos días por la polémica ejecución de Sadam Husein. La oleada de violencia ha suscitado la aparición de decenas y decenas de cadáveres en la capital -60 sólo estas últimas 24 horas- con signos de torturas y de haber sido ejecutados.

«¿Dónde está ese nuevo plan de seguridad? Serán sólo palabras y algunas fotos. Estamos en manos de Dios», se quejaba ayer Mohamed Jalil, un residente chií de la calle Haifa, en referencia al anuncio del despliegue de miles de soldados iraquíes y de EEUU en Bagdad para poner coto al conflicto civil.

En este sentido, el ministro de Defensa iraquí, Abdul Qader Obaidi, reconoció que la ofensiva del martes contra la calle de Haifa supuso el comienzo de esta arremetida, que ha desatado una auténtica psicosis entre la minoría suní, cuyos líderes afirman que el objetivo principal son los barrios de esta comunidad.

«Este gobierno ha asumido como su trabajo asesinar, arrestar, secuestrar y desplazar [suníes]. El nuevo plan de seguridad persigue atacar y cercar las ciudades [suníes], arrestar y eliminar a los jóvenes que creen están con la resistencia», declaró el principal clérigo suní, Harith Dhari, al diario saudí Al Watan.

Dhari es el máximo líder de la Asociación de Clérigos Musulmanes -una agrupación que engloba a imanes y religiosos suníes-, que también emitió un comunicado refiriéndose a la acometida de la calle de Haifa como «una sangrienta matanza sectaria».

Durante los últimos días en páginas web como Islam Memo o Truth Minbar, portavoces habituales de los grupos armados suníes, se han prodigado los anuncios detallados de cómo prepararse para lo que ellos definen como «la batalla de Bagdad», acumulando alimentos y armas. El simple hecho de recurrir a dos brigadas de antiguos peshmergas (guerrilleros kurdos) ha desatado la suspicacia entre las formaciones suníes, que recuerdan la triste fama que se ganaron estas mismas tropas durante el asalto contra la ciudad de Faluya.

Ahondar la división étnica

Un reflejo de dicho recelo se podía apreciar el lunes en el diario Azzaman -el principal del país, pero también afín a los planteamientos de esta confesión-, que advertía que «ordenar a las milicias kurdas luchar en Bagdad es visto por muchos como un paso peligroso que podría ahondar más la división étnica y echar combustible al fuego sectario».

La desconfianza es tal que el propio presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani tuvo que desmentir la presencia de peshmergas en la ofensiva prevista. «El nuevo plan de seguridad será aplicado por el Ejército iraquí... No van a participar los peshmergas», declaró. En el mismo sentido se pronunció un alto cargo del gobierno regional del Kurdistán, Jabbar Bawer, que, sin embargo, admitió que las cuatro divisiones que serán enviadas a Bagdad están integradas en su mayoría por soldados kurdos.

La problemática reside en que para los suníes las brigadas kurdas, aunque forman parte nominal del Ejército iraquí, no dejan de ser «milicias», como se deducía del tratamiento que les otorga el matutino Azzaman, porque fueron constituidas por antiguos guerrilleros de ese origen étnico.

Los enfrentamientos en el área de Haifa disminuyeron hasta extinguirse durante la jornada, aunque las tropas de EEUU y las iraquíes continuaban bloqueando los accesos a ese céntrico barrio capitalino. Imágenes grabadas por cámaras locales permitían apreciar algunas residencias destruidas por los bombardeos del día anterior.

La presencia de miembros de Al Qaeda en el área de la calle de Haifa fue asumida por la propia organización, que señaló que había tomado el control de la zona tras un primer enfrentamiento con las tropas iraquíes registrado el domingo.