El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, apostó ayer por la convocatoria de una «nueva conferencia internacional de paz para el Próximo y Medio Oriente», en la que se establezcan «nuevas reglas del juego» que han de ser aceptadas por todos los actores de la región.
El jefe de la diplomacia española planteó abiertamente esta propuesta, que viene perfilando desde hace meses y con la vista puesta en el medio plazo, ante quienes fueron, hace 15 años, los principales protagonistas de la Conferencia de Paz de Madrid.
El ministro decidió lanzar públicamente su iniciativa pese a saber que desde diversos sectores -esencialmente en EEUU e Israel- se acogerá su llamamiento con «escepticismo». España no renuncia a ser la candidata mejor situada para acoger por segunda vez el gran foro de negociaciones que intente de nuevo la firma de una paz duradera en Oriente Próximo.
En su intervención durante la cena de bienvenida a los participantes en el encuentro Madrid, 15 años después, Moratinos abogó porque el Cuarteto (EEUU, Rusia, ONU y UE) «reactive sus esfuerzos» con el objetivo, dijo, «de poner en marcha un proceso político y diplomático en profundidad que aporte una perspectiva política clara» para superar el conflicto que enfrenta a Israel con Palestina, de un lado, y con Siria y Líbano de otro.
No obstante, advirtió de que para consolidar los logros que se consigan en este ámbito será ineludible trazar previamente un proyecto «más ambicioso» que incluya «la estabilización definitiva de Irak y el anclaje regional e internacional de Irán dentro de un esquema de cooperación y responsabilidad compartida».
El ministro insistió en el «deterioro extraordinario» de la situación en la zona, que concentra ya como ninguna otra las «cinco grandes amenazas» identificadas en la Estrategia Europea de Seguridad para el siglo XXI. A saber: conflictos regionales, terrorismo, proliferación de armas de destrucción masiva, estados en descomposición y delincuencia organizada.
El ministro dibujó un mapa de los problemas regionales dividido en tres círculos concéntricos, «distintos pero interconectados» y que se «alimentan mutuamente».
Por lo que se refiere al conflicto que enfrenta a Israel con los palestinos, Moratinos desechó, por «ineficaz», cualquier intento de solución gradualista y demasiado dilatada en el tiempo -dos defectos de los que en buena medida adolece la llamada Hoja de Ruta -, así como las tentaciones de imponer planes apresuradamente desde el exterior, un reproche que, precisamente, le ha hecho Israel a España a raíz de la presentación por parte de Zapatero y Chirac de una nueva iniciativa de paz para la región.
Quizá a modo de autocrítica, el jefe de la diplomacia española reconoció anoche que «la comunidad internacional debe intervenir, pero nunca imponer».
En relación con el contencioso israelo-libanés, el ministro descartó las soluciones de carácter militar y recalcó la imposibilidad de obviar la dimensión siria. En este sentido, señaló como «imperativo» la reanudación de negociaciones entre Damasco y Tel Aviv.
El último círculo, según su análisis, no estaba activo en 1991 cuando se celebró la Conferencia de Madrid y es el que afecta «virulentamente» a Irak y a Irán.