Un presunto cabecilla de Al Qaeda considerado uno de los organizadores de los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, en los que perecieron más de 250 personas, murió en uno de los ataques aéreos de Estados Unidos en Somalia, según confirmaron ayer fuentes oficiales.
«Funcionarios de la operación de EEUU en el sur de Somalia ya han anunciado oficialmente la muerte de Fazul Abdula Mohammed», señaló a Efe el jefe de Seguridad de la Presidencia, Abdi Risak Hassan.
La noticia se produjo cuando tanto testigos como fuentes gubernamentales confirmaban un nuevo ataque aéreo estadounidense, en el tercer día consecutivo de la operación lanzada contra la red terrorista en el país africano. «Puedo confirmar que en este momento está teniendo lugar un nuevo ataque de la Fuerza Aérea de EEUU en Somalia», aseguró Risak Hassan.
Ali Omar, residente en la zona aledaña a Ras Kamboni, un poblado costero cercano a la frontera de Kenia donde se produjo la ofensiva, fue testigo del nuevo ataque. «Las Fuerzas Aéreas estadounidenses continúan bombardeando el área y han matado a más de siete personas», afirmó Omar. «Le suplicamos al Gobierno de EEUU que detenga los ataques aéreos y deje de matar a personas inocentes», agregó.
Una fuente oficial citada por Reuters nombró cuatro lugares atacados: Hayo, Garer, Bankajirow y Badmadowe. «Bankajirow era el último lugar de resistencia de los islámicos. Bankajirow y Badmadowe fueron atacadas con más fuerza». Sin embargo, tanto EEUU como Etiopía negaron estas informaciones. El primer ministro etíope, Meles Zenawi dijo que EEUU sólo ha golpeado una vez en Somalia y desmintió los informes sobre civiles muertos en el ataque aéreo. «Hubo sólo un ataque», señaló en una rueda de prensa en Adis Abeba. «Creo que no falló en el objetivo», insistió, asegurando que la operación mató a «ocho terroristas» y condujo a la captura de otros cinco.
Mientras, las críticas internacionales comenzaron a elevarse contra Washington. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresó su preocupación por los ataques norteamericanos, que han afectado a la población civil del país, y sobre la nueva dimensión que este tipo de acciones puede introducir en el conflicto. Sin embargo, el Gobierno de transición somalí aprobó la ofensiva y la calificó de «solución correcta, en un momento oportuno en la lucha mundial contra el terrorismo».
Estados Unidos mantiene una fuerza de rápido despliegue en Yibuti y ha enviado al portaaviones Eisenhower a las costas somalíes para reforzar el bloqueo naval que ya tenía en marcha a fin de impedir la huida a través del Indico de las milicias islámicas, a las que acusa de acoger a miembros de la organización terrorista Al Qaeda.
Las cortes islámicas se apoderaron en junio pasado de la capital de Somalia y otras ciudades estratégicas del sur del país, donde impusieron un régimen integrista basado en la sharia (ley islámica) e intentaron hacerse con el resto del territorio.
Etiopía se involucró en el conflicto al sentirse amenazada por el avance de los militantes islámicos, que estaban siendo pertrechados y apoyados por fuerzas de Eritrea, su antigua enemiga, con la que aún mantiene una disputa por la delimitación de la frontera común. Funcionarios somalíes aseguran que mucha gente murió en el ataque estadounidense del lunes, la primera acción militar manifiesta de Washington en Somalia desde la desastrosa misión humanitaria que terminó en 1994.