Según la normativa del Parlamento Europeo, para formar grupo hacen falta al menos 20 eurodiputados procedentes de al menos cinco países diferentes para conseguir una representación mínima de la Cámara y para garantizar el carácter trasnacional de los grupos. Hasta ahora, los representantes de partidos de ultraderecha, se incluían en el grupo de los no inscritos, y por lo tanto no han podido ejercer algunas de las ventajas políticas de tener grupo: presentar resoluciones y enmiendas en los plenos, participar en los órganos directivos, tener más tiempo de palabra y contar con apoyo financiero.

Esto será posible a partir de ahora gracias a la aportación de cinco miembros de la ultraderecha rumana y uno búlgaro, y lo veremos en tan solo unos días, cuando empiece la primera sesión plenaria del año, el próximo lunes en Estrasburgo.

Parapetada tras un ideario de siete puntos, la ultraderecha europea aprovechó ayer su primera rueda de prensa para defenderse de las críticas recibidas. «No somos hooligans», aseguraba Gollnisch, quien situó al grupo en «la herencia de los valores de la civilización europea porque a veces se nos olvida que inventó la libertad y la igualdad».

Además, recordó que están avalados por el apoyo de 23.700 europeos que les votaron en las últimas elecciones. En su nombre, el ITS defenderá en la Eurocámara, «el reconocimiento de los intereses nacionales, de las identidades y de las diferencias, los valores cristianos, la herencia, la cultura y las tradiciones y la familia tradicional». Entre sus miembros, está Alexandra Mussolini, nieta del dictador italiano y Jean-Marie Le Pen, líder ultraderechista francés.