Jueves, 11 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6234.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Desde la debilidad se encuentran muchas dificultades para el entendimiento. Desde la firmeza muy pocas (F. Abril Martorell)
 OPINION
VICIOS DE LA CORTE
El gallo y el buey
RAUL DEL POZO

Incluso los espartanos, cuyas madres, cuando se iban sus hijos a enfrentarse con el enemigo, se despedían de ellos diciéndoles que volvieran con el escudo o sobre el escudo -pero nunca sin él-, tenían dos maneras de celebrar la victoria; si se ganaba por la persuasión se sacrificaba un buey y si se derrotaba por la sangre y el fuego, se honraba el triunfo con un gallo. Los dos partidos mayoritarios quieren aplastar a ETA; pero mientras Zapatero quería el buey, Mariano Rajoy prefería el gallo.

El PP ha denunciado, en los meses de tregua, la política del Gobierno como un ultraje a la Constitución, una burla al Estado de Derecho, a la dignidad de los demócratas, una traición a los muertos. Ahora propone la lucha final, la sangre y el fuego, sin piedad. «A por ellos», dice Mariano Rajoy. José Luis Rodríguez Zapatero, que ni siquiera quiere que se maten los toros en la plaza y prefiere la lidia lusitana, ha entrado en la extraña alucinación de creer, como los altruistas y los hindúes, que el sueño es la vida mental completa y la paz no es el fin, sino el camino.

No era el suyo un pacifismo de renuncia ni una cesión ignominiosa, porque cuando los batasunos y los socialistas vascos le presentaron las referencias -la de Quebec y la de Irlanda-, dijo no. Confiaba en sus virtudes de taumaturgo, como San Gregorio, que tenía que hacer un templo en un cerro y se dijo: «Vamos a ver si es verdad eso que dijo Cristo: si rezas con fe, se moverá la montaña»; la montaña desapareció, pero surgió un terremoto. Zapatero creía que los iba a persuadir con la retórica, la obrera de la persuasión, y en política no se perdona ni el diletantismo ni la vuelta atrás; las pajas mentales de Patxi López y los batasunos acabaron en Barajas con un terremoto.

De Gaulle, la nariz de la grandeza, gritó desde los balcones, como si fuera un indio hurón: «Vive le Québec libre!». Después fracasaron los sucesivos referendos por la independencia; antes, los separatistas perpetraron secuestros y asesinatos; hubo que enviar tropas y suspender las garantías civiles; hace unos meses, la Cámara de los Comunes tuvo que aprobar una resolución que reconoce a los ciudadanos de Quebec como una nación dentro de Canadá.

Los Acuerdos de Viernes Santo disolvieron decenas de años de lucha armada. E Inglaterra, que es una democracia por lo menos como ésta, con una Constitución no escrita, se sentó con unos terroristas que habían volado pubs y miembros de la Familia Real, y habían atacado al parlamento de Westminster. En la isla hubo consenso entre los dos grandes partidos; los negociadores tuvieron que aceptar la excarcelación antes del desarme. Los irlandeses reformaron dos artículos de la Constitución.

Zapatero no ha podido sacrificar el buey, seguramente por haber hecho lo contrario de lo que le acusan. No quiso una paz con ultrajes. Y estalló el terremoto.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad