JAVIER TOMEO
Está claro que la televisión, sea el canal que sea y el ente que la gestione, no tiene la menor vocación cultural. Lo está demostrando desde hace años. Lo único que le interesa son los programas mayoritarios que les aseguren una elevada cuota de anunciantes y los ingresos por publicidad que ello supone. Ya lo decía la vieja copla: «¡Maldito parné!». BTV, que ya se había cargado de un plumazo cinco espacios culturales, se carga ahora el único que le quedaba, Saló de Lectura.Enhorabuena a los gestores que consideran que la cultura es algo prescindible.
Los meteorólogos británicos prevén que este año 2007 será el más caluroso desde el año 1659. Hará por tanto más calor que en 1998, que se llevó tantas vidas por delante en España y en Francia. La culpa, obviamente, la tiene el efecto invernadero y la corriente de El Niño. «No nos quejemos del calor, que es la caricia del sol a sus mundos. No nos quejemos del calor que todo lo fecunda», cantaba el poeta mejicano Amado Nervo. De acuerdo, no nos quejaremos, pero es que algunas veces los termómetros se pasan de rosca...
Los gobernantes temen a la cultura. Lo dice el escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti. Dicho de otro modo, la gente que nos manda y gestiona la política de los países no solamente ignora olímpicamente la cultura, no sólo no la practica, como pensaban o piensan algunos, sino que incluso la teme, lo que nos parece todavía peor. Lo que asusta a muchos gobernantes, en efecto, no es la cultura en sí misma, sino el hecho de que, como decía el filósofo alemán Schopenhauer, «el cerebro de los hombres sea un arma más temible que las garras de un león». El cerebro de los hombres que piensan, obviamente. De los otros hombres sólo preocupa sus intenciones de voto.
La calvicie común, según algunos prestigiosos dermatólogos catalanes, no tiene solución. Afirman asimismo que fumar no provoca más arrugas. La noticia ha puesto de mal humor a mi buen amigo Ramón, que desde hace años luce una espléndida calvicie y que hasta hace unos días todavía seguía confiando ciegamente en lociones y pócimas supuestamente milagrosas que le costaban sus buenos euros. No hay, pues, nada que hacer. El pelo que se fue no volverá a salir. Nos abandonó para siempre. Como tantas y tantas ilusiones.
El último premio Josep Pla, el valenciano Martí Domínguez (nacido en Madrid pero residente desde hace años en la capital del Túria), afirma que el idioma catalán está perseguido en Valencia. «Lo único que ahora importa», dijo también hace unos días, «es el poder político. Sólo es preciso ver los últimos casos de corrupción en Marbella y Andratx». Lo que sucede también en algunos premios literarios, añadirían algunos escritores y novelistas que desde hace años se presentan a todos los concursos literarios que se convocan en el país y pasan absolutamente desapercibidos.
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