Si tuviera que explicar la situación de Irak a los niños, Tahar Ben Jelloun les diría que se trata de un país convertido en campo de batalla. Que los ejércitos extranjeros que lo ocuparon perdieron la ocasión de salvarlo. Que «ejecutar a Sadam Husseim no ha sido mejor de lo que hizo él con otras personas». Y que, aunque rechaza la pena de muerte, le parece paradójico que, paralelamente, «Pinochet haya muerto tranquilamente en su cama».
A los adultos, les dijo: «George W. Bush debería responder por su política de odio en Irak y resarcir a todas las víctimas».
Con estas palabras, Ben Jelloum (Fez, 1944) recibió ayer el Premi per la Pau, otorgado por la Associació per a les Nacions Unides (ANUE) y la Diputació de Barcelona. «Su tarea a favor del diálogo entre culturas, su lucha contra el racismo y el trabajo que está llevando a cabo con los niños» motivaron el galardón, según la presidenta de la asociación, Marina Bru.
De hecho, El Islam explicado a nuestros hijos (RBA) y El racisme explicat a la meva filla (Empúries) ejemplificarían el volumen de libros comprometidos que ha publicado el autor. Ganador del Gongourt en 1987 por La nuit sacrée, es el escritor contemporáneo más traducido de la lengua francesa.
Impresionado por Mandela
Con esta condecoración, Ben Jelloun engrosa una lista de 27 premiados por la paz, entre los que están Mikhaïl Gorbatxov, Miguel Angel Moratinos o el primer ministro sueco, Olof Palmeel, quien lo recogió poco antes de que lo asesinaran en Estocolmo. «Lo que más me impresiona es haber recibido el mismo reconocimiento que Nelson Mandela», confesó ayer el autor marroquí: «Él ha tenido que sufrir mucho para ser un símbolo de libertad, y yo sólo me dedico a hablar en las escuelas».
En esas visitas a múltiples colegios del mundo, Ben Jelloum ha descubierto que «los conflictos se entienden mejor a partir de las preguntas que te hacen los niños». Así obtuvo una nueva versión del conflicto de Sarajevo, por ejemplo, y los gitanos de Perpiñán le enseñaron un «mundo nuevo».
Pero si algo ha aprendido Ben Jalloum es que, como decía Spinoza, «todo ser tiende a perseverar en su ser». Es decir, que «la paz debería ir implícita a la educación», según el escritor. Para ello, cabría formular antes una definición de paz: «Muchos intentos de negociación entre israelíes y palestinos no llegan a acuerdos por culpa de que cada parte hace una interpretación distinta».En este sentido, dice el escritor, Naciones Unidas es la responsable de hallar un lenguaje común.
Además, «la paz es algo que se debe ir construyendo», añadió el autor: «En Palestina serían necesarias muchas generaciones para difuminar el odio de tantos años».