Calificación: ****

BARCELONA.- Este estreno de Lúcid venía precedido de gran expectación entre la profesión. Producido por la Sala La Planeta de Girona, se estrenó en el último Temporada Alta y llega ahora a Barcelona colmando las expectativas. Rafael Spregelburd (Buenos Aires, 1970) -autor y director-, a pesar de su edad, tiene una dilatada carrera en diversas facetas del teatro. Representante de la llamada nueva dramaturgia argentina, sus obras -más de una veintena- han sido galardonadas con múltiples premios; y su presencia como autor y director ha sido requerida en los más prestigiosos centros internacionales de producción dramática.

El texto de Lúcid parte de la tradición de la tragicomedia grotesca que viajó de España a Argentina y dio allí magníficos frutos.Lúcid es una tragicomedia de temática y formas muy actuales: un niño al borde de la muerte recibe un riñón de su hermana que le salva la vida. Años más tarde, la chica, casada y madre de familia, ante la enfermedad de su marido, decide volver al hogar familiar y reclamarle el riñón a su hermano.

El problema ético de la donación de órganos se lleva al extremo, pero a pesar de la gravedad del tema, el argumento se presenta al espectador en el desarrollo de la acción dramática de forma pausada y con incontables momentos de hilaridad que se derivan de las crispadas relaciones familiares de los personajes. Sólo al final, el espectador es capaz de asumir todo el nudo argumental.

La acción se construye en dos planos que se alternan de forma aparentemente aleatoria: la visita de Lucrecia (la chica) al hogar familiar que el padre ha abandonado y los sueños lúcidos de Lluc (su hermano), representaciones de diferentes posibilidades de la cena de aniversario del protagonista en las que salen a relucir tensiones, deseos y aspiraciones del grupo familiar.Los sueños lúcidos forman parte de la psicoterapia que sigue Lluc, consisten en sueños autocontrolados que, sin embargo, escapan del control del protagonista. Este descontrol da lugar situaciones esquizoides que se cuentan entre los momentos más divertidos del espectáculo.

Spregelburd ha dirigido con mano firme a sus cuatro actores, no demasiado conocidos pero entregados y eficaces. Por otra parte, cabe mencionar la importante labor de Pere Puig que se ha ocupado, no sólo de traducir el texto al catalán, sino también de acercarlo a nuestra geografía y cotidianidad para darle la justa dosis de verosimilitud que una comedia tan disparatada como ésta precisa.La escenografía acumula objetos que dan un toque kitch al escenario sin caer en barroquismo, ni en exceso de feísmo; y la música original sirve al montaje como en pocas ocasiones. En definitiva, el conjunto es de una lucidez y un lucimiento excepcionales.