Angel Pazos, jefe de la Delegación de Seguridad en Vuelo Nº 1 en Barajas, viajó a Nicaragua el 19 de marzo de 2006 formando parte de una misión cuyo objetivo era abrir una conexión directa entre Madrid y Managua. El funcionario se hizo pasar por directivo de la aerolínea y de su sociedad matriz, Optursa, ambas presididas por José Luis Carrillo. También dijo representar a una quincena de turoperadores.

Según la prensa local, Pazos viajó en calidad de directivo y representante del presidente de Air Madrid y aseguró a los medios de comunicación convocados al evento que «las negociaciones con el Ejecutivo (nicaragüense) para iniciar las operaciones están muy avanzadas», lo que daría lugar a la primera conexión directa entre España y Nicaragua. Air Madrid nunca llegó a volar a ese país latinoamericano.

Casualmente, Pazos era el responsable directo de las inspecciones a los aviones de Air Madrid en ese momento.

La aerolínea canceló sus operaciones el pasado 15 de diciembre, tras las reiteradas amenazas del Ministerio de Fomento de suspender su licencia por las irregularidades detectadas en su plan de mantenimiento. Air Madrid venía siendo objeto de numerosas quejas de sus clientes desde 2005. Sin embargo, los controles del Ministerio de Fomento sólo se endurecieron el pasado mes de julio, coincidiendo con una baja de Angel Pazos por enfermedad. En la actualidad, el inspector de Aviación Civil se encuentra en excedencia de su puesto de trabajo y se ignora su paradero.

El responsable superior de Angel Pazos es Luis Rodríguez, subdirector general de Control de Transporte Aéreo de la Dirección General de Aviación Civil.

Según recoge la prensa nicaragüense de marzo de 2006, Pazos y otros ejecutivos de la compañía propiedad de Carrillo aterrizaron en el aeropuerto internacional de Managua a las 15.30 horas del 19 de marzo. Fueron recibidos por altos cargos del entonces mandatario del país Enrique Bolaños. La presidenta del Instituto Nicaragüense de Turismo, María Nelly Rivas, y el director del propio aeropuerto, Alfredo Chamorro, se encargaron de hacer los honores a los ejecutivos españoles.

«La idea es abrir Nicaragua al mercado europeo, porque los europeos desconocen el país», dijo Pazos a los periodistas en nombre de Air Madrid. El funcionario de Aviación Civil avanzó incluso que el plan de la compañía era transportar a los pasajeros con un Airbus 330 con capacidad para 340 personas.

Es más: el supuesto ejecutivo de Air Madrid aseveró que otro de los proyectos que la empresa contemplaba para ese país era la construcción de un hangar para el mantenimiento de aviones. La empresa había presentado incluso dos proyectos de edificación, con una inversión prevista de 12 millones de dólares que generaría 600 empleos directos.

Pazos aseveró a la prensa que Air Madrid ya había iniciado las conversaciones con los responsables del aeropuerto y el Gobierno nicaragüense. Su objetivo, según el inspector de Fomento, era el de tener construido el hangar para finales de 2006.

Nicaragua era uno de los destinos que pretendía explotar Air Madrid dentro de su complejo plan de expansión por América Latina. De hecho, algunos de los clientes afectados por el cierre de la sociedad han denunciado a este periódico que llegaron a comprar billetes para volar a ese destino. Pero éste no es el único caso de destinos que nunca se llegaron a operar, pese que Air Madrid había puesto a la venta sus pasajes. También hay reclamaciones de clientes que los habían adquirido para viajar a Bolivia. La empresa tampoco llegó a efectuar las conexiones con el país andino. Con una flotilla de nueve aviones, la empresa realizaba más de 900 operaciones al mes, buena parte de ellas con aquel continente.

La aerolínea española, que nació en 2004 como un proyecto de vuelos transoceánicos de bajo coste, conectaba España con Costa Rica, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, México, Panamá y Perú.

La intermediación del inspector de Aviación Civil ante el Gobierno nicaragüense en nombre de Air Madrid es una evidencia más de las numerosas sospechas de que la compañía logró sobrevivir gracias a que disfrutó del favor de algunos funcionarios que debían fiscalizar su actividad.

La relación sentimental que mantiene el gerente de Air Madrid, Pablo Morera, con la subdirectora general de Explotación de Transporte Aéreo de la Dirección General de Aviación Civil, María Eugenia Llorens, también levantó las sospechas sobre los privilegios de los que ha podido disfrutar la sociedad frente a empresas de la competencia.

Demasiados privilegios

Expertos del sector apuntan a que ha existido mucha manga ancha por parte de la Dirección General de Aviación Civil. Citan, por ejemplo, que nunca se tramitó una gran parte de la multitud de quejas que existían por los interminables retrasos, las cancelaciones injustificadas de vuelo, las infracciones por el overbooking (sobreventa de billetes) o la negativa de la compañía a abonar las indemnizaciones que correspondían por sus múltiples incumplimientos.

En el sector tampoco comprenden por qué a la aerolínea se le adjudicaban tantos slots (derechos de vuelo) cuando sólo contaba con nueve aviones para prestar el servicio. Ni cómo ha podido abrir en un tiempo récord tantas rutas (Israel, Bolivia, México, Costa Rica, Panamá, etc). La empresa había anunciado incluso que tenía previsto volar en el corto plazo a destinos como Tokio (Japón) o Miami (EEUU).

BOLSA DE NOTICIAS

Angel Pazos (dcha), acompañado de otros ejecutivos de Air Madrid, aterrizó el pasado 19 de marzo en el aeropuerto internacional de Managua como representante del presidente de la firma, José Luis Carrillo. En aquel momento, todavía ejercía su cometido como jefe de la Delegación de Seguridad en vuelo de Barajas.