R. J. A.
MADRID.-
Cuando Gabriel Morís, vicepresidente de la AVT, dijo que las víctimas no van a permitir que el Gobierno dialogue con los terroristas, la gente estalló en un grito: «¡Libertad!». Diálogo, Gobierno, terroristas y libertad, actualidad pura y dura en cuatro palabras, reunidas ayer en la estación de Atocha, donde, como todos los días 11 de cada mes, el grupo Peones Negros concentró a los suyos porque quiere «saber la verdad del 11-M».
Pero anoche era especial. ETA había matado a dos personas 13 días antes y el ambiente andaba agitado con un proceso de paz roto y un barullo reciente por las marchas de mañana en Madrid y Bilbao. Así que a la concentración de ayer se sumó el sindicato policial CEP y la AVT. Sin embargo, la suma de siglas no sumó demasiadas personas. Fuentes de la organización de Peones Negros hablaron de unos 4.500 asistentes, pero tanto en la Policía Municipal como en la Nacional, la cifra se rebajó «al millar como mucho».
Fueran los que fueran, aplaudieron cada condena al diálogo con ETA, abuchearon cada referencia a Rubalcaba, pidieron a gritos la dimisión de Zapatero y corearon un millón de veces la palabra libertad.
«Hemos asistido con perplejidad a una discusión sobre el término libertad, que no ha querido ser incluida en el lema de la manifestación organizada por los grupos afines al Gobierno. La libertad ha sido rechazada», dijo una de las conductoras del acto un momento antes de que los testigos repitieran a coro la palabra estrella del día.
El proceso de paz revoloteó por la concentración desde que la periodista Isabel Durán la abrió en nombre de Peones Negros. «El fin del terrorismo sólo puede alcanzarse por la Justicia y la firmeza del Estado de Derecho y no por medio de vacuos y estériles llamamientos a la paz, a la fraternidad universal o al buen juicio y la bondad de unos asesinos. No estamos en guerra, sino en presencia de actos delictivos graves».
Gabriel Morís subió a la tribuna con una pregunta. «Sólo sé que mi hijo murió asesinado en la calle Téllez. ¿Tengo razones para estar aquí?». «Síííí», contestó todo el mundo. El vicepresidente de la AVT reclamó que el Estado de Derecho «recaiga con toda su fuerza sobre los asesinos, sus inductores, quienes les alientan o les dan soporte social, económico o institucional». Morís aguantó los aplausos y continuó: «No podemos permitir que ningún proyecto político sea defendido a través del terrorismo. No podemos permitir que ningún Gobierno establezca cualquier tipo de diálogo con los terroristas. Ni podemos, ni lo vamos a permitir», sentenció entre muchas más ovaciones.
Le escuchaba un colectivo de personas con velas en la mano, banderas de España con crespones negros y pancartas pidiendo «la verdad sobre el 11-M». Incluso una preguntaba al presidente del Gobierno «¿Qué debes a ETA?».
Alguien marcada para siempre por esa banda terrorista tomó el micrófono del estrado también entre palmas de calor. María Jesús Domínguez, madre de Irene Villa, pidió que los poderes públicos expliquen qué pasó en el 11-M. «Queremos la verdad caiga quien caiga».
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