AGUSTIN YANEL
MADRID.-
A mediodía de ayer, hora y media después de haber comenzado la tercera Conferencia de Presidentes, nadie sabía en el Senado quién iba a comparecer ante los periodistas para explicar lo que estaba ocurriendo en la sesión que se celebraba a puerta cerrada. Transcurría el tiempo y los más de 800 reporteros acreditados para este acontecimiento seguían sin noticias.
A las 12.30 horas se informó de que el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, iba a explicar lo que se había dicho en la Conferencia durante las primeras horas. Compareció, pero se limitó a leer parte de una nota de prensa oficial que todos los periodistas tenían en sus manos desde primera hora, porque les había sido entregado al entrar en el Senado.
Una hora más tarde, compareció ante los periodistas el presidente del PSOE y de Andalucía para explicar el trabajo realizado hasta ese momento.
Alguien debió de pensar que esa explicación no era suficiente, y media hora después compareció en la misma sala el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla.
Entre ambos había comparecido, inmediatamente después de Chaves, el presidente de La Rioja, Pedro Sanz, en nombre de todos los presidentes de comunidades gobernadas por el PP.
Repetición
Pero alguien también debió de pensar que sus explicaciones no bastaban y, a la misma hora en que el ministro Sevilla hablaba en una sala ante los periodistas, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, repitió en uno de los pasillos del Senado, ante un centenar de periodistas, de pie y en unas condiciones de trabajo nada fáciles más o menos lo mismo que acababa de decir su compañero de partido Pedro Sanz.
A medida que avanzaba el día aumentaba la indignación entre la prensa. El comentario general era la absoluta sorpresa ante la lamentable organización de un acto político tan importante. Pero esa sorpresa aumentó cuando, a la hora de comer, comprobaron que la empresa que tiene esa concesión en el Senado -el grupo Lezama, propietario de La Taberna del Alabardero y de otros restaurantes- había decidido aprovechar que ayer atendía mucha más clientela de la habitual para subir el menú del día de siete a 12 euros. «Sólo lo hemos subido hoy», respondían los camareros al ser preguntados por tan escandaloso incremento.
Si a eso se añade que faltaban ordenadores y espacio para que trabajaran los informadores de tantos medios, no es de extrañar que un periodista dijera: «Como hagan una encuesta entre nosotros, habrá unanimidad a favor de que no vuelva a celebrarse esta Conferencia de Presidentes».
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