RAFAEL J. ALVAREZ
MADRID.-
Año nuevo, vicios viejos en el reino de la repatriación irregular de menores. Ayer mismo, a los 11 días del estreno de 2007, ocho policías nacionales y un miembro de la Comunidad de Madrid ni siquiera esperaron a que amaneciera. Aparecieron en un piso de acogida de los padres mercedarios y se llevaron a Barajas a dos chavales tutelados por el Estado. Un rato después, un juez rescató al primer chico de la puerta de embarque y otro permitió que el segundo menor volviera a Marruecos en contra de su voluntad.
Al que la Justicia no salvó de la expulsión le ataba aquí un permiso de residencia, una oferta de trabajo y un tiempo de integración en nuestras calles. El que tuvo más suerte habla perfectamente español, tiene permiso de residencia, ha completado un puñado de talleres de formación, hacía recados para una farmacia, rozaba un empleo y anteayer, la víspera del día del miedo, llegó a plantear a los curas con los que vive pagar de su bolsillo un curso de instalador de gas.
En 2006, varios jueces han paralizado repatriaciones a dos manos entre las CCAA y el Gobierno.
La historia de ayer la cuenta casi en directo el padre Pablo Pérez: «Sobre las 6.30 horas han venido un representante del Instituto del Menor y la Familia y dos coches patrulla con ocho policías diciendo que se iban a llevar a dos chicos. Como siempre, los policías han subido a las habitaciones con uno de los religiosos y han despertado a los 12 residentes que tenemos. Algunos de ellos son solicitantes de asilo y todos están tutelados, es decir, personas con derecho a protección. Como siempre, han violentado su derecho al sueño, al respeto. No han dejado que ninguno saliera del centro hasta que no se llevaran a los dos por los que venían. Y han usado un tono perentorio... 'Tú no sales, tú no coges el teléfono'. Se los han llevado sin tiempo a coger más que lo mínimo».
Y, como siempre, Justicia a la carrera. Al abogado Nacho de la Mata lo avisaron a las 7.00 horas. «Hemos ido a los juzgados a plantear lo de siempre. A ninguno de los dos menores se les ha notificado el procedimiento, ni la orden. No se les ha oído. No se ha consultado su situación familiar en Marruecos, ni se ha pedido permiso a sus padres. No se les ha asignado abogado de oficio. Y los dos se enteraron de todo cuando ha llegado la Policía».
El magistrado del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 20 de Madrid valoró esos noes y paralizó la repatriación. «El chico no estaba en el avión, pero su mochila sí», dice el padre Pablo. Pero el del Juzgado número 4 negó la representatividad legal de De la Mata y abrió el semáforo del aeropuerto.
¿Y ahora qué, padre Pablo? «El daño para los chicos es tremendo. Violentan sus vidas, no les consultan, no valoran sus logros educativos y de integración en nuestra durísima sociedad. Estos menores acaban creyendo que no son nada».
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