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Los terroristas intentan modificar nuestro comportamiento provocando miedo, incertidumbre y división en la sociedad (Patrick J. Kennedy) |
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AQUI NO HAY PLAYA |
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Solemnidad, solidaridad, indignidad |
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Borja Hermoso
Mañana, en Cascorro, hay convocada una manifestación. El lema es En mi nombre, ni de coña. Sólo iré yo. La convoco yo y me manifiesto yo. Servidor se lo guisa, servidor se lo come y servidor lo digiere, porque servidor está hasta los mismísimos, y cree que muchos miles de servidores también lo están. Alejándose con sumo cuidado de la comodona equidistancia y huyendo de cualquier atisbo nihilista o anarcoide -no es el caso, no es el caso-, ha llegado, sin embargo, el momento de entonar un eslogan: contra todo y contra todos. O, por lo menos, contra todo el lamentable espectáculo que se cuece desde hace días y contra todos los que en él andan metidos, como actores de un macabro sainete marca de la casa... marca española. Este país no tiene remedio, o tiene poco remedio. Si se pueden oír y leer cosas como las que estos días se oyen y se leen en torno al atentado de la T-4 y su asquerosa consecuencia -dos muertos sin derecho al respeto y los vomitivos prolegómenos de la manifestación de mañana en Recoletos-Alcalá- es que esto no tiene remedio. Y esta ciudad no se merece esto. Así que yo, a Cascorro, a jurar en hebreo contra la ignominia, aunque sea mentalmente (a Cascorro porque me pilla cerca de casa).
Estos últimos días se han podido oír cosas cuyo adjetivo es mucho mejor no escribir aquí y ahora. Un periodista muy famoso advirtió a los ecuatorianos de una cosa: que tenían que tener en cuenta a qué manifestaciones iban y a cuáles no, y les recordó por si acaso que, en España, las mayores bolsas de inmigración ecuatoriana estaban en Madrid, Valencia y Murcia, o sea, en comunidades regidas por el Partido Popular. Y que la manifa de Recoletos-Alcalá no era del PP, así que allá ellos y cuidadín. Un dirigente sindical cuya central es convocante de la tal manifestación bostezaba en la radio declarando que no sabía, que a lo mejor, que sí pero no, que ya vería, que lo de ir a manifestarse, pues como que no lo tenía claro aún. Y ese señor no está en la cárcel: está libre. Una política de alto rango y un político de igual rango, sólo que de partidos distintos, debatieron el otro día en una radio acerca del atentado de Barajas y de la manifestación de mañana con tal nivel de ligereza y de indignidad que provocaba vergüenza ajena. Se habla y se habla de necesidad de unidad frente a los verdugos mafiosos y los gángsters especialistas en dar ruedas de prensa, y se sigue hablando de no utilizar electoralmente a las víctimas... pero ocurre que las víctimas se están convirtiendo -bueno, ya lo eran- en arma electoral prioritaria.
Madrid no merece esto, no merece ser escenario de lo que ha pasado estos días, ni de lo que pasará mañana: miles y miles de personas pisando las calles en solemnidad y solidaridad, mientras siguen retumbando tantos ecos de ignominia. En mi nombre ni de coña. Yo, a Cascorro. Pero también estaré en la otra, aunque sea con el coco.
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