Viernes, 12 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6235.
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La música de Christina Rosenvinge brilló el miércoles en la sala El Sol, en la que compartió velada con Kikí D'Akí
JESUS MIGUEL MARCOS

Según cuentan, Alaska soltó el pasado viernes en mitad de su actuación con Fangoria: «Nosotros aquí, tocando con los Pet Shop Boys; y otros en los conciertos de la Movida». Como ven, la habilidad de Olvido Gara para sacarle partido a cualquier situación sigue siendo asombrosa. Aunque seguramente no hubiera dicho lo mismo en sus apariciones en programas como Salsa Rosa o Furor. La suya es la ausencia más sobresaliente del ciclo que este mes reúne a viejas glorias de la Movida en la sala El Sol. Aunque llamar «vieja gloria» a Christina Rosenvinge pueda parecer extraño, no lo es tanto si se tiene en cuenta que con 15 añitos, allá por 1981, ya tocaba en la sala Carolina con el grupo Ella y los Neumáticos.

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Rosenvinge abarrotó el miércoles El Sol en un programa doble que abrió Kikí D'Akí, componente en la época de la Movida del grupo Las Chinas. Su resurrección como artista se produjo hace tres años y desde entonces ya ha publicado dos discos con el sello indie Siesta. Acompañada por un guitarrista y un bajista -el resto de instrumentos iban grabados-, D'Akí desplegó su repertorio de canciones de pop sintético e imaginería cotidiana. A medio camino entre la nana y la canción infantil, la cantante compensó con entrega y convicción el sonido artificial que llevaba pregrabado.

Por su parte, Christina Rosenvinge volvió a demostrar que lo suyo va muy en serio. Ante un público atento -Bebe, Iván Ferreiro y Stefan Oldsdal, bajista de Placebo, estaban allí, por algo sería-, la cantante ejecutó con elegancia y contenida emoción un buen número de piezas de su último disco. A destacar esa nana tétrica que es Continental 62, la dramática White Hole o el aroma tropical de ¿Quién me querrá?

Rosenvinge no se pasa de moderna, sino que ha sabido escuchar lo tambores de guerra de la música actual y ha seguido el rastro poniendo el granito de arena de su personalidad. Para finalizar el concierto, dos temas de Ella y los Neumáticos. No sonaban desde hacía 26 años. Y pese a la rabia juvenil que despidieron, la conclusión es que cualquier tiempo pasado no fue mejor.

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