FRANCISCO CABEZAS
BARCELONA.-
Los tiempos en que los futbolistas multiplicaban las pulsaciones de los derbis han pasado a mejor vida. Los asalariados del balón ya no se desafían ni en los túneles ni en las salas de prensa. Si acaso, les dejan el trabajo sucio a sus asesores -la web oficial de Ronaldinho muestra a un un periquito desplumado a pelotazos-. Los jugadores prefieren ahora que sean los encorbatados quienes pongan sus gotas de vinagre barato en riñas de patio de colegio. Las relaciones institucionales entre Espanyol y Barça siguen oficialmente rotas por el caso Saviola. No habrá comida entre directivas, quizá para conservar el tradicional mal rollo.De todos modos, Joan Laporta, junto a nueve miembros de su gobierno, acudirá esta noche al palco de Montjuïc. Resta saber ahora si se repetirán las hipócritas carantoñas junto a Sánchez Llibre de la temporada pasada.
Los futbolistas de Barça y Espanyol por supuesto que se desmarcan de estos líos de alcoba, y más cuando afrontan un derbi en el que al perdedor se le pueden reabrir heridas cosidas a duras penas.
El equipo de Rijkaard sigue ocupando el segundo puesto de la tabla, sólo por detrás del Sevilla. Las estadísticas están siendo de momento generosas con los azulgrana, aunque su juego lleva tiempo bajo sospecha. La decepción del Mundial de Clubes, unida a un dubitativo transitar por el campeonato de Liga, ha encendido tímidamente unas alarmas que deberían apagarse definitivamente con el regreso de los lesionados Eto'o y Messi. En los últimos cuatro partidos de Liga, el Barça sólo ha sido capaz de ganar a la Real Sociedad, con empates ante el Levante, el Atlético y el Getafe. Guarismos que no invitan al optimismo.
Ronaldinho es de los que parece estar convencido de cambiar tal dinámica. Tras su polémico retraso vacacional y después de 22 días sin disputar un partido oficial, el astro brasileño se siente preparado para mirarle a los ojos al derbi.
No estará a su lado su incombustible compañero de fatigas. Deco, que tampoco ha jugado en este 2007, arrastra una sobrecarga y nadie en el club quiere arriesgarse a perderlo para las próximas semanas. En el Espanyol más de uno debió ayer frotarse las manos.El centrocampista portugués se ha convertido en los últimos años en el azote de los blanquiazules, anotando cuatro goles en seis derbis.
Tampoco tiene previsto Rijkaard alinear de inicio a Javier Saviola, pese a sus dos goles de esta semana ante el Alavés en Copa. El argentino sigue aprovechando los escasos minutos de que dispone, y el técnico holandés ya insinuó ayer que no estaría en contra de que el club le renovara. Toda una quimera hace unos meses.
El Espanyol, mientras, sigue buscando la forma de librarse de los trastornos bipolares que le han torturado durante tanto tiempo.La última derrota ante el Recreativo ocultó de repente el exultante juego de los blanquiazules, que apoyado en su tridente -De la Peña, Luis García y Tamudo- amenazaba con colarse en puestos europeos. Ahora no le queda otra que imponerse en un derbi que se le resiste como local desde el 22 de diciembre de 2001. Aquel día, Tamudo enterró a uno de los peores Barça de la historia, con Rexach aposentado en el banquillo y Gaspart de líder supremo.Han pasado más de cinco año, y en el Espanyol la gloria sigue pasando por Santa Coloma.
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