Sábado, 13 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6236.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
«Los desaparecidos no están, no existen, no tienen entidad» (Jorge Rafael Videla)
 CATALUNYA
Roger Bernat bucea en las pasiones y la noche en el Lliure
Presenta 'Das paradies experiment', espectáculo creado como un juego
NURIA CUADRADO

BARCELONA.- Deseo, amor y pasiones. Todo lo que la noche esconde es lo que se hace visible en Das paradies experiment. «Todo lo que nosotros escondemos. Un mundo que desechamos porque es como un juego: inútil, azaroso y libre».

Quien así se explica es un jugador. Por lo menos cuando se esconde en un escenario. Roger Bernat, director y autor, entiende el teatro como un juego. Evidentemente, con reglas. Las que él impone; las que sus actores aceptan. Y así es como ha nacido y como ha crecido Das paradies experiment, el espectáculo que estrena el próximo jueves en la sala pequeña del Teatre Lliure, escenario en el que permanecerá hasta el día 28.

¿Pistas para entenderlo? Pocas, aunque suficientes para acotar un espectáculo que nunca es igual: las piezas se repiten, pero la estructura cambia. «Como una partida de ajedrez», ejemplifica Bernat.

Una banda sonora que combina tanto los ritmos de Beck como los de The Smiths; un decorado que es más arte que parte -una habitación habitada por colchones-; y dos mujeres -las actrices Vero Araúzo y Margalida Riera- que explican retazos de vida: unas veces, de la propia; otras, de vidas ajenas o inventadas.

Abanico de historias

«Un abanico de pequeñas historias que muchas veces parten de imágenes y sensaciones», apunta el director, que empezó a trabajar en Das paradies experiment a partir de un trabajo videográfico -se mostró en el Festival Loop'05 de Barcelona o en la Galerie Anita Beckers de Fráncfort- que realizó en 2004 junto a Vero Arauzo y en el que construía el retrato de una transexual.

«Es un espectáculo que rezuma libertad», dice Bernat. «Trabajo en los límites del teatro», añade el director, que al explicar qué es Das paradies experiment no puede ofrecer una historia argumental porque, voluntariamente, no la tiene. Y es que el director no cree que el relato sea aquello que define el hecho teatral; cree, en cambio, que el teatro viene dado por la relación que se establece entre la persona que mira -el espectador- y la persona que es mirada, es decir, el actor.

A partir de esta idea, afirma, por ejemplo, que «la diferencia que hay entre un espectáculo de peep-show y una ópera no está tanto en la historia que se representa, sino en la frontera que intérprete y espectador han decidido trazar entre ambos». A lo que añade: «La única diferencia viene dada por el horizonte de expectativas que marca el espectador, por lo que quiere mirar, por lo que busca».

Y ante esta concepción de lo que es el teatro, debe reconocer que no hay tantas diferencias con espectáculo televisivos como Gran hermano. «Se parecen en tanto que en ambos juegos hay reglas que aceptar, sólo que los objetivos son diferentes: Gran hermano sólo quiere mostrar las más bajas pasiones». Las que persigue Das paradies experiment son otras.


La ciudades, por sus taxistas

Lo hizo en Barcelona con un grupo de inmigrantes. Roger Bernat les cedió el escenario para que explicaran sus vidas y con ellas hacer teatro. Ahora repite la historia, sólo que los protagonistas son taxistas de medio mundo. De momento, ya han probado suerte los de El Cairo, Rabat, Moscú y Lisboa. Dentro de poco lo harán los de Viena y Cracovia. Y todos formarán parte del proyecto 'Rimuski' que Bernat realiza en colaboración con el Instituto Cervantes.

El planteamiento es sencillo, pero el resultado puede sorprender.Bernat llega a una ciudad y se lanza a conocer el mundo del taxi: sus protagonistas, los lugares que frecuentan, los lugares en que se reúnen; luego, escoge a algunos de los conductores como protagonistas y los convierte en actores sobre el escenario: allí explicarán sus historias y con ellas, también su ciudad, porque ¿quién conoce mejor una ciudad que los taxistas que la recorren continuamente?.

La experiencia ha funcionado en las cuatro ciudades. Y los espectadores la han disfrutado tanto o más que los improvisados actores. Sólo que más de uno ha cuestionado a Roger Bernat si aquello que estaban viendo era o no era teatro.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad