MARIA JOSÉ RAGUÉ
Autora: Angels Aymar./ Dirección: Julio Alvarez./ Intérpretes: Miriam Alemany, Txu Morillas, Oscar Intente./Escenario: Teatre Tantarantana.
Calificación: ***
BARCELONA.- Con el estreno de La Indiana en el Tantarantana se inicia la nueva etapa del T-6 auspiciado por el TNC con la colaboración de las salas alternativas y de la SGAE. En la ya abundante producción de Angels Aymar, La Indiana se inscribiría en la línea de La rialla inacabada (1999), meditación sobre los lazos de unión entre ambos lados del mar y dos momentos: el de las indianas y el de las mujeres de hoy.
La trama de La Indiana gira en torno a las cartas de una joven que marchó a hacer las Américas con su esposo, cartas que en la actualidad son leídas por su nieta o biznieta. Son cartas de añoranza, de un deseo de retorno, de ternura y de un cierto dolor. A través de las cartas, la acción se desarrolla en un doble plano temporal: la Cuba de 1840 a 1860, la Cataluña de hoy en una casa de indianos del Empordà. Entre ambos, un terreno casi atemporal, el de las cartas leídas en el castellano de aquellos tiempos.
El hilo lo constituyen los personajes, la misma pareja, los mismos actores -Txu Morillas y Oscar Intente-, en ambos momentos históricos.Un tercer personaje será la hechicera cubana de mágicas palabras envuelta en misteriosa poesía y la contemporánea profesional de la publicidad que irrumpe en la cotidianeidad de ambos miembros de la pareja y cuyos propósitos proporcionarán un nivel de metateatralidad al desarrollo de la acción; también ambos personajes son interpretados por la misma actriz: Miriam Alamany.
En el espacio escénico vemos a un lado, un interior cubano, al otro, un frondoso jardín ampurdanés, en el centro una larga mesa, el lugar de la lectura de las cartas.
Es un texto que habla de la memoria y de los orígenes, de la convivencia de razas y culturas y de la silenciosa vida de muchas mujeres como la indiana o como la callada esposa del plano contemporáneo del texto, un texto que sugiere más que afirmar.
La puesta en escena consigue el poder de sugestión capaz de crear un clima envolvente con un tempo lento pero lleno de ritmo. Es un espectáculo coherente, muy bien llevado y dirigido por Julio Alvarez, con una correcta interpretación. En suma: recomendable.
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