El 2007 ha comenzado con una buena ración de humor en la que destaca la nueva ubicación horaria del dúo Cruz y Raya, que puede resultar pesado en un maxiprograma como el de Nochevieja, pero que siempre aporta dos o tres de sket-ches entretenidos. Las parodias de películas, como fue la que emitieron el miércoles en TVE sobre Sentido y sensibilidad fue divertida y, aunque tengan momentos flojos, saben sacar punta a sus hallazgos, como es el caso de toda la cuadrilla flamenca que ha alimentado su última película.

Como la hermandad entre cómicos sigue funcionando, el jueves, Andreu Buenafuente, que celebraba su segundo aniversario como rey del late night en Antena 3, invitó a uno de los componentes de Cruz y Raya para hacerse un poco de publicidad con el grupo flamenco que ha montado con restos de chunguitos y lolailos más el pequeño Carabias para hacer bromas con fondo andaluz. La conexión con el humor del sur no siempre tiene que pasar por Los Morancos, y de ello dan fe la bis cómica charnega de los catalanes de El Terrat y los madrileños de Cruz y Raya.

Buenafuente sigue manteniendo el pulso con otros productos nocturnos como Eva Hache en Cuatro. Él no hace un programa con guiones tan marcadamente políticos como la rubia, que abusa de los sermones, y lo demostró anteayer con la entrevista de El Neng a Etó, el reportaje sobre la cumbre de presidentes autonómicos en el que destacaban Esperanza Aguirre, la única mujer del club, Revilla el dicharachero, Ibarra y su primo Ibarretxe a cargo de El follonero. La gracia de Buenafuente obtiene mejores resultados con el humor blanco que con las invectivas políticas, y no se arredra con la crítica o el contubernio con los personajes que destacan en otras cadenas. Ha hecho más Buenafuente por OT con personajes como el antiguo Palomino haciendo de Risto Mejode que la propia Telecinco.

Sobre la nueva serie de médicos que ha estrenado Telecinco, para aprovechar el tirón de Hospital Central, hay que decir que es un poco pastosa, y no sólo por los besos sonoros que nos atizan los actores, sino porque es un subproducto que no puede con Los hombres de Paco. Más vale el humor español que las derivaciones hospitalarias de una serie en la que, de nuevo, podemos ver a Amparo Larrañaga, un poco más gorda, mancillando una camilla en plan lascivo.