ANGEL VIVAS
MADRID.-
Frente al tradicional debate metafísico sobre el ser de España está la discusión basada en datos, el análisis concreto de la realidad. Ahí es donde entra la sociología. Hace ya algunas décadas que aquel antiguo debate ha sido sustituido por estudios más complejos y realistas sobre migraciones o distribución de la renta; y lo ha sido por la madurez de la sociología española. Una muestra de esa madurez es el Diccionario de sociología que, en 1998, publicaran Salvador Giner, Emilio Lamo de Espinosa y Cristóbal Torres, exclusivamente españoles, y que ahora reedita Alianza, notablemente aumentado y con inclusión de colaboradores iberoamericanos.
«El Diccionario», dice Giner con visible satisfacción, «se ha convertido en un libro de referencia, como lo pueda ser el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora; y vemos que lo están usando los profesionales más que los estudiantes. Tiene la ventaja de incluir palabras del ámbito hispánico, como cacique o ejido, que no aparecen en los diccionarios extranjeros traducidos».
Los tres editores del libro han querido darle un enfoque plural, ecléctico, sin inclinarse por ninguna escuela o tendencia. «Creemos», dice Salvador Giner, «que no tiene flancos débiles o poco cubiertos. Si hay una menor presencia de autores marxistas, por ejemplo, es porque el marxismo está menos de moda que hace años, pero están los conceptos básicos, como lucha de clases; no falta nada esencial, del mismo modo que en un diccionario de psicología tiene que estar la psicología freudiana».
Conciencia crítica
El prólogo del libro contiene una afirmación tajante («la sociología es la conciencia crítica de la modernidad»), que da pie a jugosas reflexiones por parte de Giner. «La sociología no tiene más remedio que ser una autoconciencia de la realidad social contemporánea: Es reflexiva; no sólo describe el mundo sino que se autoanaliza, es autocrítica. No se puede hablar, por ejemplo, de los inmigrantes que llegan en pateras de un modo aséptico, lavándose las manos; la sociología no puede hacer eso; no es sólo descriptiva, sino prescriptiva».
«Además de averiguar las causas de los males, tiene que proponer soluciones; otra cosa es que las soluciones sean difíciles de aplicar, o caras, o que los gobiernos tengan otras prioridades», añade Giner. «La sociología tiene que juzgar lo que ve y condenar, por ejemplo, la violencia contra las mujeres. Y al revés, la filosofía moral, sin apoyo sociológico, sin las herramientas de la sociología, está vacía y carente de sentido».
Ligado a lo anterior está el hecho de que las fronteras de la sociología con respecto a otras disciplinas son imprecisas. «Eso no me preocupa lo más mínimo», dice Giner. «La cuestión es que la sociología no se puede dedicar a una sola dimensión, como la politología o la economía, sino que tiene que relacionar diversos niveles, como religión y economía, religión y familia, violencia y nacionalismo...».
|