En un país donde el antiguo líder de la Alemania nazi sigue siendo una especie de icono maldito que multiplica las ventas de periódicos o revistas si se cuela en sus portadas, sorprendía en el estreno de la película Mi führer: la verdad más verdadera sobre Adolf Hitler, la noche del jueves, que la inmensa mayoría de los espectadores fueran... quinceañeros.
Con un tercio de las butacas vacías en una sala del centro de Berlín y en medio de un sordo fragor de palomitas, los jóvenes rieron, soltaron algunas carcajadas y, con los títulos de crédito, comenzaron a marcharse en silencio, sin aplausos ni abucheos.
«Divertida, sin más», aseguraba un adolescente a sus acompañantes. «Pensé que sería peor», aseguraba uno de los pocos espectadores adultos. Los ríos de tinta desatados en la prensa en los últimos días sobre la película dirigida por el judío de origen suizo Dani Levy, de 48 años, no hacían presagiar un estreno tan frío. Según una encuesta del semanario Stern, el 56% de los alemanes se muestra contrario a la idea de una comedia sobre Hitler, frente al 35%, que estaría a favor.
Y es que la irregular película -muy lejos de la obra maestra de Charles Chaplin, El gran dictador-, que alcanza las mejores cotas de humor en sus momentos más absurdos, cuenta con elementos más que suficientes para generar polémica: un Hitler impotente, depresivo, al que su padre pegaba de niño y que viste con uniforme de las Schutzstaffel (SS) a su perra Blondie. Una marioneta, al fin, de sus generales, por la que incluso se corre el riesgo de sentir «compasión».
Al menos en la prensa, los distribuidores consiguieron lo que se proponían en su campaña publicitaria: «¿Están los alemanes preparados para reírse de Hitler?». Todos los medios han hablado largo y tendido sobre la cinta, la primera comedia de producción germana sobre la figura del dictador nazi.
Y, casi con unanimidad, con duros ataques. Sólo el semanario Der Spiegel y el diario Bild se han erigido en sus defensores. El primero la juzga «excelente». El segundo, que se pregunta en portada: «¿Es divertida o asquerosa?», en páginas interiores asegura que la farsa de Levy «es valiente, divertida, amargamente diabólica y sorprendentemente entretenida».
Para el resto, Mi Führer sólo es «mala», «poco divertida» o «sin ritmo». En Die Zeit, Stephan Kramer, del Consejo Central Judío de Alemania, la tacha de «superficial, superflua e incluso peligrosa. A la luz del hecho de que millones de personas fueron asesinadas por los nazis, no puedo reíme de ello", añade. «Levy intenta que Hitler parezca ridículo, pero como sátira política la película no funciona», aseguraba Focus. Tampoco en el Tagesspiegel la película queda bien parada. En el diario progresista se afirma: «Uno se puede reír de Hitler, por supuesto. Hitler era horrible. Pero era como todos los dictadores, horriblemente ridículo».