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«Los desaparecidos no están, no existen, no tienen entidad» (Jorge Rafael Videla) |
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EN LA CALLE |
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Lady Di en macho |
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ANGEL ANTONIO HERRERA
Nada más aterrizar Beckham en Madrid, los paparazzis apostados me daban la definición próspera de su cromo de famoso: «Es, Herrera, como haber fichado a Lady Di para cuatro temporadas». Las cuatro temporadas vencen de aquí a un rato, se ha puesto fecha al adiós, y Beckham ha resultado, sí, una Lady Di en macho que ha dado mucho juego a la prensa del ramo del chisme, zona guapos. En un principio, usaba guardaespaldas con pistolón de agua, para ahuyentar reporteros de Nikon. Luego pilló una traductora, Rebeca Loos, que salió con mucho don de lenguas y se hizo unas horas extras por los platós del impudor, aireando sus kamasutras. Hablamos de una primera etapa de Beckham en España, cuando su santa, la Spice, o sea, Victoria Adams, aún seguía en Londres y el futbolista se pegaba unas carreritas de soltero por la banda del Madrid la nuit, que es una banda muy cargada de macizas con la minifalda de pasamontañas y otras alegres criaturas que gustan del fútbol de contacto. Entre los colegas de jarana de aquellos días, que eran noche, estaban Casillas y Raúl Bravo. Los garitos preferidos por el Beckham soltero eran la terraza Ananda o el Buda Bar, según la hora, y los restaurantes De María o Asador Donostiarra. Rebeca Loos ejerció de asistente del jugador, pero acabó asistiéndolo más allá de lo rigurosamente profesional, según ella misma confesó. Con ella comenzaba la liga eróticosentimental de David, digamos, que yo creo que guarda más ruido de rumores que nueces de alcoba. En algún momento de esta liga fuera del campo, apareció el nombre de Ana Obregón y también el de Esther Cañadas, que aún no se había ennoviado con Sete Gibernau.
La señorita Loos acabó siendo el fichaje sorpresa que no tenía previsto Florentino Pérez. Victoria no nos ha dado mucho juego en los cócteles de la ciudad, pero Rebeca fue la chica de la fiesta de cada día en la tele desde que supimos, por su propia boca, que no es lo mismo ejercer de traductora que abusar del don de lenguas. Rebeca fue la rubia que no cesa, mientras tenía contrato con Beckham, y luego lo siguió siendo, una vez cesada de su cargo u oficio. O sea, que se lo montó de otro modo, a toda braga. Victoria la pasó a cuchillo con palabras de peluquera homicida: «No ha habido ningún lío entre mi marido y esa vaca mentirosa». Beckham y Cañadas se vieron varias veces. Como no gusto de hablar de oído, no sé si pasaron de practicar juntos el inglés o de intercambiar secretos del tinte de las mutuas mechas, que es algo a lo que los dos ponen mucho vicio. Se conocieron en aquellos cumpleaños históricos que perpetraba Ronaldo, a todo tanga, y luego vimos a Esther en el 4x4 de David. Aquí no se pronunció Victoria. Esther tampoco.
En cuanto a la Spice, poco que agregar. Nada. Le daremos un adiós sin pena. No fue nadie en las juergas del famoseo, porque vivió más en el extranjero que aquí. Creo, eso sí, que en los barrios pijos llorarán su visa de platino.
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