RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
El Olympique de Lyón va a convertirse en el primer equipo francés con derecho a cotización en la Bolsa de París. Era un viejo sueño del omnipotente patriarca del club, Jean-Michel Aulas, pero las severas leyes locales impedían a las asociaciones deportivas colocarse en el mercado bursátil y manejarse en el parqué como empresas convencionales.
Al menos hasta que la Comisión Europea puso en entredicho el paternalismo francés. Es decir, que París tuvo que rectificar las restricciones y redactar un marco jurídico para que los clubes pudieran cotizar una vez acreditadas todas las garantías económicas.
La promulgación del texto se produjo el pasado 30 de diciembre. Nueve días después, monsieur Aulas anunciaba los planes del Olympique de Lyón en Bolsa como excusa de una ampliación de capital -el magnate aspira a reunir 100 millones de euros- y como argumento mediático para llevar a cabo una ciudad deportiva entre cuyos planes y planos aparece la construcción de un nuevo estadio con capacidad para 60.000 espectadores.
El proyecto de Aulas se atiene a su propia naturaleza megalómana y se justifica porque el Olympique de Lyón responde a una salud económica asombrosa en medio de la crisis que sacude a los otros mitos futbolísticos nacionales (Paris Saint-Germain, Olympique de Marsella). De hecho, el ejercicio de 2006 acaba de concluir con un beneficio neto de 16 millones de euros y con un volumen de negocios (166 millones) que se mantiene a la altura de las gestas deportivas. Resulta que el Olympique acumula cinco títulos de liga consecutivos, está muy cerca de conquistar el sexto -actualmente aventaja en 15 puntos al segundo clasificado- y se perfila, una vez expiada la ingenuidad, como uno de los grandes favoritos a la Champions League.
Bien lo sabe el presidente Aulas, cuyo sentido del oportunismo explica que el club de Lyón vaya a cotizar en Bolsa el próximo mes de febrero, apenas unos días antes de jugar contra la Roma la ronda de los octavos de final.
El club francés quiere beneficiarse de la euforia coyuntural, aunque los sabuesos financieros del club han diseñado la estrategia del porvenir de acuerdo con una aparente paradoja: desvincular los resultados de la empresa futbolística de los resultados meramente deportivos.
Quiere decirse que el nuevo OL aspira a convertirse en una versión francesa del Manchester. Incluida la apertura de agencias de viajes, la explotación de las franquicias, la mercadotecnia elemental, la multiplicación de las licencias y la diversificación de las actividades. Sería una manera de invertir las coordenadas que actualmente ubican el pujante club de Lyón. Dos tercios de los beneficios obtenidos el pasado año provienen de la actividad específica del equipo de fútbol, mientras que el porcentaje restante es el resultado de los negocios paralelos.
«Nuestros inversores y accionistas deben saber que no estamos introduciendo en Bolsa un equipo de fúbol, sino una sociedad más compleja que se atiene a las características de un mundo global», explicaba a propósito el presidente plenipotenciario del Olympique.
La cotización del equipo se produce 24 años después de que el Tottenham británico se convirtiera en el primer club de la historia con una plaza en la Bolsa de Londres. Después han seguido el ejemplo otros clubes ingleses e italianos, aunque las evidencias demuestran que el salto al mercado bursátil representa un riesgo difícil de calcular. El Arsenal y el Newcastle perdieron la mitad de su valor, mientras que las acciones de la Lazio de Roma, valoradas inicialmente en 17 euros, han descendido a uno.
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