La prensa británica fue ayer unánime a la hora de concluir que su intención de abandonar Stamford Bridge al término de la temporada ya no tiene marcha atrás. La política de fichajes del club presidido por el magnate ruso Roman Abramovich ha colmado su paciencia. La imposición de dos estrellas, Andrei Shevchenko y Michael Ballack, entre las nuevas adquisiciones del pasado verano, no entraba en sus planes, según han aireado reiteradamente los diarios británicos. Ambos jugadores están muy por debajo de las expectativas y los resultados tampoco han acompañado al equipo indestructible de las pasadas dos campañas: el Chelsea va camino de convertirse en el rey del empate en la Premiership tras sumar tres consecutivos. El último, y el más sorprendente, tuvo lugar el pasado miércoles en la semifinal de la Copa de la Liga ante el modesto Wycombe, de la Segunda Liga, una especie de cuarta división.

La humillación removió al portugués en su asiento y le hizo hablar más alto sobre su inconformidad por no tener jugadores que suplan en enero las limitaciones de una plantilla afectada por lesiones, sobre todo en la línea de defensa.

«La información que tengo es que no va a venir nadie y si éste es el caso, entonces no se irá nadie. No es mi empresa, yo sólo soy el entrenador», apuntó. «He identificado a los recambios que quiero, y no van a venir. Son razones que da la entidad y yo no tengo por qué explicarlas en público», prosiguió.

De momento, se muestra cauto a la hora de valorar su futuro: «Lo importante ahora es el Chelsea, no yo». Su última tentativa frustrada, publica The Sun, ha sido el central del Bolton Ben Haim. El tabloide también ha hablado en más de una ocasión de su empeño por fichar al valencianista David Villa en sustitución del alicaído Shevchenko.

A última hora de ayer, y ante el cariz de los acontecimientos, Mourinho se apresuró a declarar en la televisión del club que amaba al Chelsea: «Estoy motivado y todos debemos permanecer unidos por el club», afirmó.

Lo cierto es que su papel en la política de contrataciones ha perdido peso en favor del secretario técnico, Frank Arnesen, y del director Peter Kenyon. El primero fue el artífice de la marcha de William Gallas al Arsenal, rechazada de principio a fin por el preparador luso.

A pesar de los cerca de 300 millones de euros empleados en la construcción de la plantilla en la era Mourinho, el entrenador se ha quejado en los últimos días de su mala suerte en el capítulo de lesiones y de la falta de potencial de los directivos para poner a su disposición fuertes reservas. «Tendremos que sobrevivir y esperar a que mejore la situación del conjunto», admitió con desconocida resignación.

De momento, la prensa británica apuesta por el Inter de Milán como primera opción del luso y sitúa al Real Madrid en un segundo plano, pegado a los pies de los italianos.