TOLEDO/MURCIA.-
Mientras los presidentes de la Comunidad Valenciana y Murcia, Francisco Camps y Ramón Luis Valcárcel, ratificaban ayer su «modelo de la solidaridad hídrica», en el acto de inauguración en Espinardo de una sede de la Fundación Instituto Euromediterráneo del Agua, su homólogo en Castilla-La Mancha, José María Barreda, se jactaba ayer en Toledo de haber puesto fecha de caducidad definitiva al trasvase Tajo-Segura.
Barreda presumió ayer ante un grupo de periodistas de haber «vetado» en la reciente Conferencia de Presidentes «la intención de Murcia y Valencia de que se santificara o garantizara la perpetuidad del trasvase Tajo-Segura».
«Frené ese intento, lo corté de raíz y, desde luego, no se pudo plantear», afirmó Barreda, quien expresó también su satisfacción por que su reivindicación de que las comunidades autónomas participen en los órganos de planificación y gestión del agua «ha ganado terreno».
«Quiero la participación y cogestión en los órganos de planificación y gestión, algo que el Gobierno de España acepta», añadió Barreda, que comentó que durante la Conferencia de Presidentes tuvo ocasión de escuchar cómo algunos presidentes de comunidades autónomas, de signo político diferente al suyo, entienden también que es una cuestión «absolutamente conveniente».
Desde Murcia, los presidentes de Valencia y Murcia, Francisco Camps y Ramón Luís Valcárcel, reiteraron que la «nueva cultura del agua» de ambas comunidades autónomas y su «refuerzo con la investigación en la materia», les permite «continuar defendiendo una posición de solidaridad», frente a otros discursos que calificaron de «insolidarios y mezquinos».
Ningún territorio «reutiliza, depura, recicla ni ha modernizado tanto los regadíos» como Murcia y la Comunidad Valenciana, señalaron ambos, para reiterar su rechazo en la Conferencia de Presidentes «al intento de formalizar una institución sobre el agua representada sólo por políticos».
El presidente de la Generalitat valenciana dijo que al Gobierno de España «debe ponérsele muy cuesta arriba mirar a la cara a los regantes y usuarios y decirles que no les va a dar una sola gota de agua sobrante que se va al mar».
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