Sábado, 13 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6236.
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«Los desaparecidos no están, no existen, no tienen entidad» (Jorge Rafael Videla)
 MADRID
El intercambiador
Libertad sin ira
IGNACIO AMESTOY

Hoy, la manifestación. Por fin, con el lema: «Por la paz, la vida, la libertad y contra el terrorismo». Para Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, la inclusión de la palabra libertad en el lema ha llegado tarde. Su lealtad con la postura del Partido Popular de no asistir les ha hecho descartar la posibilidad de estar esta tarde en la plaza de Colón

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Se podía haber titulado esta crónica de otra manera; por ejemplo, «un vaudeville macabro», con las idas y venidas de asociaciones, sindicatos y partidos con manifestaciones, lemas, propuestas, conversaciones, pactos, requerimientos, puertas que se abren, ventanas que se cierran, «sms» va, «sms» viene, entradas y salidas en escena. Algo parecido a una obra de teatro estrenada el pasado jueves en La Abadía de Gómez, que lleva por título La isla del tesoro; pero, bueno... Tras el atentado y tras la ejemplar actuación de los bomberos y las urgencias daba la sensación de que este país iba a tomarse en serio la acción terrorista. Pero con Carlos y Diego Armando en su patria, el escenario de esta piel de toro parece más propio de un sainete que de la tragedia que vivimos.

Ciñéndonos a la manifestación de hoy en Madrid, se podía pensar que todos podíamos y debíamos estar en ella. Sobre todo, si se convocaba desde la parte más afectada por el atentado, los paisanos ecuatorianos de Carlos y Diego Armando. Pongamos que así fuera, antes de que los sindicatos entraran en la cuestión. Habría sido suficiente. Pero, no... Para un observador desapasionado la imagen ha sido de eso, de «un vaudeville macabro».

Pero no se ha titulado de esa forma la crónica, sino con una frase emblemática de nuestra transición democrática, «Libertad sin ira», con la que salió a aquella escena enrarecida del posfranquismo un brioso periódico, Diario 16, predecesor de EL MUNDO de hoy. En aquellos días en que, por ejemplo, en las calles se oían gritos como «Libertad. Amnistía. Estatuto de Autonomía», nadie, ¡nadie!, tenía dudas sobre la palabras que tenía que presidir cualquier acción ciudadana. Libertad, sí, era la palabra. Algo marcha mal en Dinamarca cuando hay que sacar del almario -del almario del alma- esta palabra, libertad, con fórceps, o con cesárea... Pero esa sigue siendo la palabra, y sin ira, por supuesto.

La isla del tesoro. Comentaba el cronista que en La Abadía se estrenó el jueves el espectáculo La isla del tesoro. Un divertido juego teatral con tres soberbias actrices catalanas, obra de Joan Ollé y Joan Barril, que ha tenido su origen en un famoso programa televisivo del Canal 33. Es una serie de expresiones cotidianas encadenadas por las tres cómicas, desde frases famosas como «Ser o no ser», a sucesiones de acuñaciones como «La Quinta de Mahler» antecediendo a «La Novena de Santa Rita», pasando por la cantinela de los niños loteros de San Ildefonso, en palabras del gran creador que es Juan Ollé.

También, la unión de términos como «Madrid 2012» con «Alberto Ruiz-Gallardón», o «movida» con «madrileña». Así, más de una hora, con el público desternillándose ante la mezcla de las palabras, en un perfecta coreografía vocal y gestual de las tres actrices. Una coreografía, sí, vocal y gestual. «¿No nos encontramos ante una espléndida coreografía cuando las azafatas del avión nos señalan las puertas de emergencia?», anota Ollé. Pues al cronista le parece que una buena parte del espectáculo de Ollé, que ya incluye términos, ¡descontextualizados, por favor!, como «batasuna» o «basta ya», podría recoger algunos lemas que se han barajado, oficial o extraoficialmente, para las manifestaciones de hoy.

Una carta a los reyes. Entre las palabras, dichos y refranes que recoge el espectáculo mostrado en La Abadía -al que no asistió Gallardón, aunque es asiduo-, figuran dos que fueron bastante celebradas. Una de ellas, quizás la que más: «Escribir una carta a los Reyes pidiéndoles la República». Otra, la final, y hasta cantada: «Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará, vamos a contar mentiras». El inteligente lector se da cuenta de la levedad y lucidez de La isla del tesoro. Define nuestro momento.

Y en medio de la insoportable levedad y la contradictoria lucidez de esta circunstancia, se han producido en la semana unas apariciones singulares de sendos personajes madrileños. No pueden ser otros que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, que, por cierto, mañana van a ser entronizados como candidatos oficiales del PP a la Comunidad y el Ayuntamiento madrileños, respectivamente.

«No más Shanghais». La presidenta, que en estas semanas estaba en un perfil bajo, fruto tal vez de no haberse tomado ni un día de descanso estas Navidades, pues no ha dejado de estar en misas, despedidas y comparecencias varias, ha vuelto por sus fueros en las últimas jornadas. Primero, en El Foro de EL MUNDO, y ayer en la Asamblea. En esta casa, dijo que no iba a asistir a la manifestación de hoy en Madrid, aunque hubiera quien, con razón, se lo reprochara. Una decisión comprometida que al final, entre no pocas dudas, llevará a cabo: Aguirre no estará hoy en la manifestación. Es una cuestión de lealtad a su partido, al PP, se le afirma al cronista. Bien.

En el coloquio, cosas muy sabrosas, como que ella no ha sacado la prometida Ley del Suelo para que no sea anulada por la que ha prometido Zapatero para el Estado. Significativo que Aguirre diga que está hasta el pelo de esos «Sanghais» que surgen en medio del páramo hispano. Que eso, en los países anglosajones, con menos leyes que aquí, no pasa. Y así...

Pero donde la presidenta estuvo en perfil alto fue ayer en la Asamblea, donde subrayó, con relación al atentado del 30-D y sus secuelas, que «cualquier intento de retomar el diálogo y la negociación supondría la rendición del Estado de Derecho». ¡Perfil alto! Como el que se sabe va a exhibir en la designación de mañana como candidata. ¡Ojo, Miquelarena!

La distancia más corta. Tras su despliegue de los pasados días, Ruiz-Gallardón, que tampoco irá a la manifestación -por lealtad al PP, también- a pesar de que en la pancarta esté la palabra libertad, se ha tomado un respiro. Lo comprobamos la pasada noche, en TVE, en el nuevo e imaginativo programa de Cayetana Guillén, D-Calle.

El alcalde mostró la cara oculta de la luna gallardoniana. Incluso se confesó, primero ante Cayetana y, luego, ante «La terremoto de Alcorcón», esa cómica que pronto va a ser la comidilla de toda España.

Gallardón dijo que se levantaba a las cuatro de la para él no noche, sino madrugada. Que era su momento de lectura -de periódicos y demás- y de reflexión. Cuidado con un personaje que duerme poco y piensa mucho. Eso le pasaba a Edison... Que se vive no para estar sino para hacer... Aunque el que hace muchas cosas se equivoca más que el que hace pocas. Dijo. Y habló de la lealtad. De Ortega, citó aquello de que «la distancia más corta entre dos corazones es la lealtad». ¿Oído cocina?

Por «La terremoto de Alcorcón» supimos de las manos frías de Gallardón... Y el corazón caliente, que dijeron las mozas... A ver lo que dice Gallardón mañana tras su nombramiento. ¡Caliente, caliente!

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