El artefacto, partes del cual fueron encontradas en el interior del tercer piso del edificio, fue lanzado desde una calle perpendicular a la avenida donde está ubicada la sede de la misión diplomática, en el punto más vigilado de la capital helénica. Si bien oficialmente no se confirma ni el poder del artefacto ni la autoría de los hechos, desde fuentes extraoficiales se ha filtrado que el cohete tenía escaso poder explosivo. El atentado fue reivindicado, mediante una llamada telefónica, por un grupo izquierdista denominado Lucha Revolucionaria.

El embajador estadounidense en Atenas, Charles Ries, informó que ningún miembro del personal de la legación resultó herido en la explosión, que se produjo a las seis de la mañana. Ries calificó el suceso de «ataque muy serio» y subrayó que éste no afectará las relaciones de su país con Grecia, con cuyas autoridades están colaborando muy bien. «La embajada fue atacada en un acto de violencia sin sentido», añadió.

El atentado despertó una ola de especulaciones y temores sobre la reaparición de grupos terroristas en Grecia. El ministro de Orden Público, Byron Polídoras, declaró que se trata de un acto condenable por todos, que pretende alterar las relaciones grecoamericanas y que, además, es un hecho que, operativamente, está revestido de «simbolismos». La ministragriega de Asuntos Exteriores, Dora Bakoyani, quien igual que Polídoras acudió al lugar de los hechos, declaró que «acontecimientos como estos, en el pasado, han costado demasiado en lo político, lo social y lo económico».

Durante los últimos meses se está llevando a cabo ante el Tribunal de Apelaciones griego el juicio en segunda instancia de los miembros del tristemente célebre grupo terrorista 17 de Noviembre, que fue desarticulado hace cuatro años. Uno de ellos, quien fue condenado como jefe operativo del grupo, declaró sibílinamente a la prensa, que los últimos acontecimientos «hablan por sí sólos».