Sábado, 13 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6236.
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El oligarca ruso Mijail Projorov, detenido en Francia por un escándalo de proxenetismo
Una redada policial interrumpió un festín del magnate en su residencia invernal de Courchevel
RUBÉN AMON. Corresponsal

PARIS.- La resonancia de los festines y de las orgías de Mijail Projorov precipitó el pasado martes una redada hollywoodiense en su residencia invernal de Courchevel, en el este de Francia. Había el doble de agentes -50- que de arrestados -26- en el jaleo policial, aunque los amigotes del magnate y las señoritas de compañía no ofrecieron mayor resistencia que las blasfemias verbales, los intentos de huida y las clásicas amenazas de oficio: «Déjeme en paz, ustedes no saben quien soy yo».

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Palabra de Mijail Projorov, un magnate de dos metros, 41 años y cara de avispado que ha medrado en la oligarquía de Vladimir Putin como presidente de la principal compañía minera de Rusia (Norilsk Nikel). Ahora permanece bajo vigilancia domiciliaria en su fabuloso chalet de Courchevel, aunque no va a gustarle a su protector moscovita saber que la Justicia francesa le relaciona con un escándalo de proxenetismo.

De momento, Projorov y otros cuatro detenidos -el resto de la troupe ha recuperado el pulso de las vacaciones- comparecieron ayer ante los magistrados de Lyon para verificar su grado de responsabilidad en la trama. No está claro que vayan a ser procesados, como tampoco se excluye que finalmente sean llamados a declarar en calidad de simples testigos. La ambigüedad informativa proviene directamente del fiscal de la República, Xavier Richaud, cuya comparecencia ante la prensa fue un ejercicio de equilibrismo: «Si se comprueba un grado de responsabilidad alto tendrán que permanecer bajo custodia judicial. Si las pruebas son débiles, en cambio, serán puestos en libertad con celeridad».

La perogrullada contradice la espectacularidad de los medios y de los efectivos que la Policía empleó en la noche del martes para organizar la redada en la residencia francesa del poderoso Prokhorov. Eran bastante evidentes las pruebas de la fiesta y del jolgorio, aunque los abogados del magnate ruso contestan abiertamente que la criatura hubiera participado en una red de proxenetismo como socio o como inductor. Otra cuestión sería su condición de cliente, pero la investigación de la Justicia no consiste en descubrir los vicios de Projorov, sino en el desmantelamiento de una red que opera en los Alpes y cuyas actividades ilícitas vienen rastreándose desde febrero de 2005.

Fue entonces cuando las autoridades aduaneras del aeropuerto de Chambery detuvieron a un sujeto de nacionalidad austriaca que trabajaba con una agenda internacional de resonancia para abastecer sus clientes de jóvenes señoritas de compañía a uno y otro lado de los Alpes. El caso pasó anónimamente a manos de la magistratura de Lyon, aunque la notoriedad internacional de Projorov ha convertido la noticia en un escándalo de dimensiones planetarias y en un problema para las relaciones diplomáticas entre París y Moscú. No sólo porque Chirac y Putin forman una alianza fraternal. También porque desde Rusia se han alzado voces en contra de los abusos que la Justicia ha cometido contra el magnate.

Las ocho señoritas que le acompañaban el martes niegan ejercer la prostitución. Admiten haber sido invitadas con todos los gastos pagados a Courchevel y dicen haber recibido regalos de cierto valor, pero desmienten cualquier relación «sexual-profesional» con los invitados que yacían en el chalet cuando aparecieron las fuerzas del orden.

Projorov, número 89 en la lista de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes, se había retirado en su residencia alpina para rodearse de sus amigos y sus colegas en la Navidad rusa. De hecho, la lista de los cinco detenidos comprende al vicepresidente de la compañía minera, dos managers femeninas del propio grupo Norilsk Nikel y un súbdito austriaco de mediana edad que se hace reconocer a sí mismo como presidente de la agencia de viajes austriaca VCI Travel.

Las siglas parecen relacionarse con la empresa que se dedica a la contratación de call-girls para los millonarios que transcurren sus vacaciones en los Alpes y en la Costa Azul. Sería precisamente el caso de Projorov, aunque el cachorro de Putin corre el riesgo de haber exagerado su dependencia con la agencia de viajes. Menos mal para él que ninguna de las muchachas es menor de edad y que se resisten a delatarle.

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