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| «Los desaparecidos no están, no existen, no tienen entidad» (Jorge Rafael Videla) |
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| Impresiones |
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| Caos en torno a rumanos y búlgaros |
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El Gobierno está teniendo tropiezos continuos en la política de inmigración, caracterizada por la imprevisión y el caos. La incorporación de Rumanía y Bulgaria a la UE desde este mes de enero obliga a regular la situación de los ciudadanos procedentes de esos países que alcanzan en España las 600.000 personas, de las cuales muchos miles están en situación irregular. A pesar de que las leyes de la UE consagran el principio de libre circulación de personas entre los países miembros, el Ministerio de Trabajo -sin que a estas alturas sepamos por qué- exige visado a rumanos y búlgaros. El Gobierno de Bucarest ha adelantado que pondrá una denuncia ante la UE y ha planteado la situación por cauces diplomáticos, aunque las autoridades de ese país están presionando para resolver el conflicto de forma amistosa. Esta norma, que sólo España ha aplicado en la UE, trata de salir al paso del desconcierto de miles de rumanos y búlgaros que están colapsando las comisarías, subdelegaciones del Gobierno y ayuntamientos, solicitando papeles que en algunos casos no necesitan para obtener la tarjeta comunitaria. «Nadie sabe que los rumanos son europeos ni qué normativa se les aplica», señala gráficamente un portavoz de estos inmigrantes. No parece exagerado pedir al Ministerio de Trabajo un poco más de diligencia a la hora de hacer frente a este caos, puesto que la incorporación de Rumanía y Bulgaria a la UE estaba prevista desde hacía mucho tiempo.
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