Domingo, 14 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6237.
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LA TRASTIENDA
Cuando gana la honestidad
ALEX SALMON

Dicen aquello de que no todo el monte es orégano. ¿Por qué orégano? Esta es una planta herbácea, de la familia de las labiadas. Es una planta de buen rollo. Primero, porque se utiliza en perfumería; segundo, porque a las ensaladas les da buen gusto. Por ello, cuando se dice que no todo el monte es orégano se entiende que en el monte no todo es bueno. Y no sólo por la supuesta maldad de las ortigas, que no es cierta porque, excepto picores en la piel, existe una larga lista de aspectos positivos en su haber, como que son diuréticas y hemostáticas (que retiene hemorragias), sino porque en un monte hay de todo. Y lo que es sano en un lugar, se pudre en otro. La naturaleza no es tan sabia. O sí.

Viene al caso del mundo municipal. No se puede juzgar a una formación política por la honestidad o corruptela de un individuo en concreto de un ayuntamiento. Los partidos tienen de todo en sus filas y existen granos negros. Ejemplos hay muchos, aunque este no sea el motivo del artículo. Por ejemplo, Tarragona. En esa ciudad gobierna CiU con la ayuda del PP. Los años de Joan Miquel Nadal al frente del municipio han tenido de todo un poco. Pero en concreto, con el caso Terres Cavades y el aparcamiento Jaume I, la postura de sus compañeros de gobierno ha sido muy sospechosa, reteniéndose en las decisiones, cuando la corrupción es igual en todas partes, poco importa el color del partido del corrupto.

En el caso del PSC, a lo largo de estos 27 años de ayuntamientos democráticos, ha tenido de todo. La mayoría bueno, es cierto, pero sus historias negras, que la democracia tiende siempre a olvidar rápido, han dado que hablar y utilizar mucha tinta. Querría centrarme en l'Hospitalet. Conozco bien esa ciudad. Trabajé en ella entre el 82 y el 89 en su medio local y vi como la ciudad dormitorio se convertía en uno de los ejes económicos más importantes de España.

Sólo ha tenido dos alcaldes. El primero, Juan Ignacio Pujana, desaparecido de la vida publica y política, construyó unos buenos cimientos, pero se creyó muy rápido que todo el monte era orégano.Vaya por donde, otra vez el orégano, bueno para eliminar líquidos del cuerpo. Pujana, muy al contrario, no pretendió eliminar nada y comenzó a situar su influencia cerca. Tanto que se convirtió en el primer político inhabilitado de la vida política por cuestiones feas.

Lo sustituyó Celestino Corbacho. De joven lo llamaban «el siete veces guapo». Llegó a la política hospitalense enviado desde la calle Nicaragua para vigilar a Pujana. De eso hace mucho tiempo.Ha hecho su trabajo tan bien que se ha convertido en uno de los mejores alcaldes de España. Buscó el consenso en el PSC con Madrid cuando la crisis de su partido en Cataluña y cuando la crisis del PSOE con la marcha de Felipe González, la llegada y marcha de José Borrell y el espaldarazo a Zapatero.

Finalmente, con trabajo y esfuerzo ha construido una ciudad.El problema, en aquel entonces, fue que l Hospitalet no era una ciudad, sino un grupo de dormitorios reunidos en edificios situados en barrios. Además, dos distritos, el Centre y Santa Eulàlia, que no sabían que tenían que reivindicar, en una época donde todo el mundo reivindicaba. Tras 20 años, las urbanizaciones de la Gran Via y del antiguo mercado de Frutas, junto con el proyecto de Can Rigalt, cerca del Barça, son obras de cientos de millones de euros, que ya se han convertido en la envidia de cualquier ciudad española. Y todo ello hecho con honestidad.

No pondría la mano en el fuego por ningún político. No es falta de confianza. Simplemente precaución. Pero Celestino Corbacho ha sabido trabajar una imagen de claridad y decencia política difícil de superar. Cuando llegó a la ciudad las calles de la zona industrial de l'Hospitalet sufría continuas inundaciones.El problema era argumentar ante el presidente de Yamaha, un japonés pequeñito que de vez en cuando visitaba la ciudad, sobre la decisión de elegir una ciudad que no tenía las calles asfaltadas.

Corbacho fue uno de los que puso orden en aquel caos en una operación que dio mucho que hablar en aquel momento, pero que resultó perfecta.Posteriormente, supo poner orden a una ciudad muy desorganizada.Por ejemplo, cuando una concejala suya de Joventut contrató a una empresa donde había trabajado para, una vez descubierta, negar su vinculación con ella, el alcalde la obligó a presentar su dimisión asumiendo la repercusión mediática y la confianza que este había puesto sobre ella. No hubo negociación posible.O cuando un boleto de lotería, regalo de una cantidad pequeña, se convirtió en cuantiosa (también le tocó la lotería al president Montilla) se dedicó a explicar a muchos periodistas que el dinero lo iba a invertir en comprarse algo por la zona donde siempre ha veraneado. Como cualquier ciudadano.

Que siga viviendo en el mismo piso de Santa Eulàlia de antes de ser alcalde tiene un mérito en una sociedad que se ha vuelto tan pecaminosa. Por todo ello, Celestino Corbacho, que puede que este sea el último año que se presente como alcalde, merece el reconocimiento de los que creemos en la política, aunque critiquemos a los que la desmerecen.

alex.salmon@elmundo.es

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