MIGUEL PANADÉS
BARCELONA.-
Impensable suponer que el equipo más caro de Europa afrontaría su primera final de la temporada ante el Granada, en el Palau, teniendo como premio entrar in extremis entre los ocho primeros puestos de la Liga ACB que dan acceso a la Copa del Rey. Impensable pero cierto. Este mediodía (12.30 horas, El 33) el Barcelona se juega el todo o nada ante un rival evidentemente inferior pero capaz de meterle el miedo en el cuerpo. Ni Ivanovic, ni Savic, ni ninguno de los miembros de la plantilla azulgrana se sienten seguros de una victoria que, en circunstancias normales, no debería despejar la más mínima duda.
Pero este Barcelona, desde sus gestores hasta sus jugadores, pasando por el entrenador, no funciona con normalidad. El equipo se transforma incomprensiblemente durante los partidos, el técnico pierde la confianza en sus jugadores y éstos parecen haberse adaptado a vivir en constante depresión. Para colmo, ante la ausencia temporal de Kasun, uno de los cinco pívots de la plantilla, Savic está negociando la contratación de Lou Roe, un «cuatro» veterano, con dilatada experiencia en equipos de segunda fila de la ACB y hasta hace pocas semanas pretendido por el Palma Aqua Mágica de la Adecco LEB. Un fichaje que, de producirse, evidenciaría el nulo proyecto deportivo de este equipo, con hombres como Vázquez o Trias, necesitados de confianza, minutos y responsabilidad.
Los jugadores de Ivanovic, tras la decepcionante derrota en Nápoles, hicieron ayer un llamamiento público a la afición calificando el partido como «el más importante de la temporada».
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