A. LUCAS
DAVID BECKHAM
Adiós al «fashion foot». Esta barbie con testículos llegó a Madrid en 2003 a espolvorear de moda el Bernabéu. Hizo pasarela y millones para todos. Para todos los mandamases de aquel club capitaneado por Florentino, que es quien lo trajo con un sonajero pijo entre los dientes. Tiene el mérito de no claudicar ante el avispero de ese vestuario en el que mean polonio sobre las taquillas de los intrusos. A su señora, una spice girl de plástico caro, España le olía a ajo. A veces a nosotros también, pero por asuntos distintos. Ahora se marchan los dos a Hollywood, donde se juega peor fútbol pero ellos pegan más.
La victoria. Seguirá cobrando unos 20 millones de euros al año. Un insulto.
DIOGO Y LUIS FABIANO
Fuera de juego. Como la cosa va hoy de fútbol, por no bajar a la puta calle con la que está cayendo, ahora le toca turno a estos dos macarras de estadio que decidieron resolver el partido con unos ganchos mal dados. Unos jugaban el Zaragoza-Sevilla y estos dos, en el fragor del césped, se enzarzaron en un estúpido duelo por ver quién tenía el puño mejor cerrado. El fútbol tiene estas cosas y resulta que la hinchada chunga está ahí abajo, corriendo el medio campo, escupiendo por la banda, tironeándose el calzón, saltándose los dientes.
La derrota. A estos pájaros les ha caído una penalización ridícula: cinco partidos. Vaya burla de autoridad. Casi es mejor pelearse.
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