CRONICA
De Ana Obregón, 51 años, se podrán decir muchas cosas, incluso que tiene malos ratos, pero no mal gusto. Su última irrupción en los medios de comunicación, no ha podido ser, como siempre, más espectacular. Fue poco antes de Navidad y consiguió que los ojos de ellas -y muchos de los de ellos- se fijasen en el maromo polaco que llevaba de la mano: alto, rubio, cachas, de ojos azules, sonrisa de cine y cara infantil. Un chico 10, vamos, con el que se ha paseado por Ibiza -donde dicen que se conocieron aunque ella insista que fue en Los Angeles-, y donde pasaron el fin de año.
Pero, ¡atención!, resulta que el tal Derek -que así se llama el muchacho, de 27 años- no era del todo desconocido. A las redacciones de los medios empezaron a llamar mujeres de toda condición que, excitadas por la noticia -y por algo más, imaginamos- aseguraban que le habían visto en tal o cual despedida de soltera exhibiendo su cuerpazo y atributos. Los reporteros investigaron y descubrieron que «el desconocido amigo de Anita» trabajaba como stripper en el madrileño barrio de Chueca. ¡Qué morbo!...
Inmediatamente, empezaron las bromas con aquello del butanero polaco. Para los que no lo sepan, la irrupción hace una década de los repartidores de gas emigrados desde Polonia -suman la cuarta parte del total- con su atractiva humanidad, capaces de subirse dos bombonas, de 25 kilos, los pisos que hagan falta, supuso para el imaginario madrileño un toque de atención para chanzas sobre con quién «se la pegaba la mujer» cuando el marido estaba en el trabajo.
Hace menos tiempo, durante la campaña por la Constitución Europea, este tema cobró mucho protagonismo en Francia. La expresión Trabajar como un fontanero polaco -en referencia al inmigrante que trabaja mucho por poco dinero- fue utilizada por la extrema derecha como argumento contra los extranjeros, lo que provocó la protesta de la embajada polaca que contraatacó empapelando París de carteles donde se veía a un atractivo polaco semidesnudo diciendo: «Me quedo en Polonia. Venid todas». Al año siguiente, el turismo francés a ese país aumentó un 27% sin que haya habido quejas por engaño en la publicidad. O sea, que nuestra Ana no anda tan desencaminada...
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