Domingo, 14 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6237.
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LA TRASTIENDA DEL CELULOIDE / 'Rodajes al borde de un ataque de nervios' desvela los 'piques' entre Carmen Sevilla y Sara Montiel, las dudas de Víctor Erice y las triquiñuelas de Buñuel para evitar la censura y reírse de ella
Cuando 'Mujeres al borde...' se iba a llamar 'Jamacuco'
Un libro reúne anécdotas, chascarrillos y secretos de 19 éxitos del cine español, de 'Marcelino pan y vino' a 'Amantes'
QUICO ALSEDO

MADRID.- ¿Una gran mentira preñada de verdad? Si al final tan sólo eso es el cine, no puede extrañar que a medio camino, mientras se cuece la cosa, los rodajes se conviertan en avisperos de rumores y curiosidades varias. Por ejemplo, Victoria Abril poniéndose una trenza bávara en Amantes con el único objetivo de ganar el premio a mejor actriz del Festival de Berlín 1991 (y lo ganó).

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O Almodóvar vengándose de Telefónica, donde trabajó años, haciendo a Carmen Maura destrozar un contestador en Mujeres al borde de un ataque de nervios (y se vengó). O Luis Buñuel driblando a la censura para filmar Viridiana a partir de una vieja fantasía: violar a la Reina de España después de drogarla.

Por esos vericuetos, entre la cinefilia erudita y un cierto ánimo marujo, transita Rodajes al borde de un ataque de nervios (T&B Editores), anecdotario de la realización de 19 grandes éxitos del cine español desde Marcelino pan y vino (1955) hasta Amantes (1991).

En el volumen, de gran formato y profusión de imágenes, los periodistas Andrés Arconada y Teresa Velayos cuentan por ejemplo cómo Concha Velasco cazó el papel que la catapultó, en La verbena de la paloma, gracias al pique entre Sara Montiel y Carmen Sevilla, o cómo Joselito contaba entre sus admiradores a personajes tan variopintos como Pier Paolo Pasolini y el papa Juan XXIII. Ahí va un aperitivo:

'Amantes' (1991).

La idea del famoso pañuelo que Victoria Abril introduce en el ano de Jorge Sanz salió de la joven novia de éste, y no de Abril. Esta última, por lo demás, sugirió un buen montón de escenas al volcánico Vicente Aranda, con quien formaba tándem desde hacía varios años. Pedro Costa, el productor, había localizado la historia 20 años antes, cuando trabajaba para El Caso. El papel de Abril (la viuda que seduce a Sanz y se lo roba a Maribel Verdú) lo iba a hacer Concha Velasco, pero ésta había prometido a su hijo no rodar escenas de alto voltaje sexual. Las fans de Sanz hicieron del rodaje una tortura -se llegaron a colar en su habitación- y éste, después, dejó el cine por un tiempo, hastiado.

'Viridiana' (1961)

partió de la antedicha fantasía de Buñuel: drogar a la Reina y hacerla suya. El cineasta venía desde México una vez al año a ver a sus familiares a la frontera francesa y ahí le captaron los productores, aunque por su sordera «no le gustaba conocer gente». Silvia Pinal, la protagonista, no entendió «nada» del guión, pero accedió porque Buñuel le aseguró que la «guiaría». Al director de Cinematografía franquista no le gustó el final propuesto y Buñuel redobló la apuesta con uno nuevo que sugería un menage à trois. Increíblemente, el funcionario tragó. Se cortó más tarde un plano en que aparecía una cruz que se convertía en navaja. Juan Antonio Bardem, productor, ocultó a la censura que el Mesías de Haendel sonaría mientras los harapientos se mofaban de la Ultima Cena. Para más inri, la película ganó en Cannes y provocó la destitución del director de Cinematografía por un editorial de L'Osservatore Romano que tildaba la cinta de «blasfema». Tal fue el jaleo, que Franco la vio hasta dos veces «sin encontrar nada raro». Vittorio de Sica, sin embargo, se declaró «horrorizado» por Viridiana.

'Mujeres al borde...' (1988).

Almodóvar partió de un monólogo de Jean Cocteau para lo que creía iba a ser una improvisación titulada, en principio, Jamacuco. Pero no salían más de 30 minutos, así que el manchego comenzó a desarrollar la elipsis pensando en desligarse de la estética pop, apuntando a la alta comedia en plan Mankiewitz. A María Barranco la recluta cuando ésta ya andaba a punto de despeñarse por el ídem: «Estaba a punto de dejarlo». Los célebres pendientes-cafetera le causan a la actriz una alergia y le dejan las orejas en carne viva. Almodóvar se venga de Teléfonica cuando Maura lanza por la ventana el contestador, que cae sobre el coche de Fernando Guillén. El cineasta quería que el artefacto fuera del doble de su tamaño, un truco que usaba Hitchcock para hacerlo llamativo, pero no hubo empresa que lo fabricara. Al fondo, la famosa bronca con Carmen Maura: «Nuestra relación dejó de ser profesional y eso nos perjudicó», declaró luego él.

'Marcelino pan y vino' (1954).

Se esperaba tal fracaso, que se acordó pagar al equipo sobre beneficios. Craso error para el productor: el éxito llegó incluso a Japón. Pablito Calvo, el famoso niño protagonista, fue el primero de los varios miles de infantes examinado por Ladislao Vajda. El autor de la historia, José María Sánchez Silva, había contado en el cuento (que ganó el Nacional de Literatura) su propia historia: huérfano de madre, vagabundeó de niño por Madrid y vivió en el orfanato de El Pardo. Con el tiempo, llegaría a firmar el guión de Franco, ese hombre (1964). El crío fue el gran activo comercial de la cinta: en España se le recibía con pancartas del jaez de «Por tu carita divina triunfaste en Argentina», un autógrafo suyo se pagó a 350 liras en Italia (récord del país) y enamoró en el Festival de Berlín lanzando aviones de papel a las autoridades. El filme ganó el Oso de Plata; Calvo fue, de adulto, completamente olvidado.

'El espíritu de la colmena' (1973)

iba a ser una cinta de terror, pero Víctor Erice es la duda personificada, como cuenta Rafael Azcona, que había trabajado antes con él: «Se tiró toda la mañana decidiendo si un personaje decía 'Hola' o 'Buenos días', y se fue a comer sin decidirlo». La historia la iba a contar el personaje de Fernán Gómez, pero Erice se enamoró de los ojos de Ana Torrent. El cineasta quería evocar su primera vez en el cine, la cinta Sherlock Holmes y la garra escarlata (1944), pero cambió totalmente el guión a dos semanas del rodaje, para conmoción del equipo, incluido Querejeta. Este prefería que al final la niña protagonista se suicidara. Erice casi hablaba sólo con las niñas, Torrent y Tellería. Fernán Gómez estuvo sólo una semana en el rodaje: Erice lo sustituyó por la sombra de un ayudante suyo en varias escenas.

'La caza' (1965).

Carlos Saura localizó un secarral en Seseña (sí, donde el Pocero), pero ningún productor se arriesgaba con la historia hasta que llegó un donostiarra que venía de una productora del Opus: Elías Querejeta, quien obligó a Saura a reescribir el guión y hasta el título, en principio erótico: La caza del conejo. Saura fue sibilino al contar, para el papel del autoritario Paco, con Alfredo Mayo, que había participado en la profranquista Raza. La censura cortó la matanza de un cerdo presidida por un cura y toda alusión a 1936, lo que dio a la cinta un gran poder alegórico. Se mataron, en el rodaje, 40 conejos. Buñuel, al enterarse, le dijo a Saura desde su singular humanidad: «Yo los hubiera puesto mecánicos».

'El verdugo' (1963).

A Berlanga le decían sus técnicos en el rodaje que no tenía ni idea de dirigir, y él lo soportaba estoico. Al conocerse, Berlanga había dicho de Bardem, que le produciría, que era un «niño pijo». Luego fueron inseparables, junto a Rafael Azcona, elegido por sus guiones para El Jueves. La primera opción para el rol de Nino Manfredi era Charles Aznavour, que dijo «no». El equipo bautizó a Berlanga Míster cagada, por su latiguillo «¡vaya cagada!» tras cada toma mala. El cineasta terminó titulando así sus memorias.

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